Las “coincidencias no planeadas”, ese ‘a más’ con el que la razón puede aquilatar la autenticidad de los evangelios: Este es el interesante tema propuesto por Carmelo López-Arias en www.religionenlibertad.com el pasado 15 de octubre.
¿Qué son las coincidencias no planeadas?
“Hablamos de ‘coincidencias no planeadas’ entre dos relatos, cuando el primer relato suscita algún interrogante, secundario respecto al contenido principal, que halla respuesta en el segundo relato, sin que pueda afirmarse razonablemente que ambas versiones han sido concertadas”, afirma el articulista.
“Para policías y jueces, las coincidencias no planeadas son un indicio importante sobre la veracidad de un testigo, y una serie tan popular como C.S.I. descansa en buena medida sobre ellas en su descarte de sospechosos e identificación de culpables a través de pruebas de laboratorio”
El policía, la filósofa y el pastor
De hecho, un detective de homicidios de Los Ángeles, James Warner Wallace, escribió en 2013 un libro, Cold-case Christianity, donde, entre otras técnicas policiales, aplicaba la de las “coincidencias no planeadas” para mostrar la veracidad de los Evangelios, entendidos como un “cold case”, esto es, un caso antiguo que no ha podido cerrarse del todo por falta de pruebas y se reactiva para ser investigado de nuevo ante la presencia de nuevos indicios.
“Cuando leí por primera vez los Evangelios desde un punto de vista forense, comparando aquellos lugares donde dos o más autores evangélicos describían el mismo hecho, me sorprendió inmediatamente el apoyo inadvertido que cada autor aportaba al otro… Cuando un testigo evangélico describía un hecho y dejaba un cabo suelto que suscitaba un interrogante, ese interrogante quedaba involuntariamente contestado por otro evangelista (quien, a su vez, con frecuencia dejaba otro cabo suelto resuelto por el primero)”.
En 2017, una epistemóloga que pertenece a una comunidad anglicana conservadora hizo lo propio desde el punto de vista de la filosofía analítica. Lydia McGrew, doctora en Filología Inglesa aunque toda su producción ensayística es sobre filosofía, escribió Hidden in Plain View: Undesigned Coincidences in the Gospels and Acts [Oculto a primera vista: coincidencias no planeadas en los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles], que presentó como “un argumento sobre la credibilidad histórica del Nuevo Testamento que ha sido muy descuidado durante más de cien años”. A saber: la relación entre pasajes de los Evangelios, o entre los Hechos de los Apóstoles y las Cartas de San Pablo, “nos ofrecen razones para creer que estos documentos tienen como fuente testigos oculares honestos, gente que conoció los acontecimientos que relata”.
¿Por qué habla la doctora McGrew de una negligencia apologética de “más de cien años”?
Se está refiriendo a la obra clásica en este ámbito: Undesigned coincidences [Coincidencias no planeadas]. Se trata de un completo tratado sobre la cuestión, disponible en la red en edición facsímil, escrito en 1847 por un destacado teólogo y pastor anglicano, John James Blunt (1794-1855), estudioso de la Iglesia primitiva. Detectó más de cuarenta de estos casos en el Antiguo y el Nuevo Testamento. Él se inspiró a su vez en un trabajo similar realizado en 1790 por otro pastor anglicano, William Paley (1743-1805), quien se limitó en Horae Paulinae a las Cartas de San Pablo y los Hechos de los Apóstoles.
Estas coincidencias cuando existen son un apoyo importante a la veracidad de un testimonio, y este es un recurso bastante usado hoy por la criminalística para ese fin. En el caso de los evangelios, ellas fueron primero investigadas por teóricos anglicanos en siglos pasados, y de la fuerza de estos argumentos da cuenta ahora, en Catholic Answers, el apologista católico Karlo Broussard, quien propone dos casos que le llamaron particularmente la atención:
El primero es sobre el milagro de la multiplicación de los panes.
San Juan (Jn 6, 5-7) narra en su evangelio que “Jesús le pregunta a Felipe: ‘¿De dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?’”. Pero ¿por qué el Señor indaga específicamente con Felipe, que de hecho en los evangelios no es mencionado en los lugares principales?
Las respuesta viene de otra fuente, el evangelio de San Lucas (Lc 9, 10-17), que cuenta que en ese momento el Señor estaba en proximidades de Betsaida. Resulta que Felipe era de Betsaida, allí vivía, y por esto “Jesús pregunta dónde podría comprarse pan a quien puede saberlo porque es de allí: Felipe”, constata Broussard.
Otro hecho interesante para el análisis de las coincidencias no buscadas es el de la curación de la suegra de San Pedro:
Se encontraba el Señor en Cafarnaúm, y ahí “venido Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste postrada en cama y calenturienta. Y la tomó de la mano, y la dejó la calentura; y se levantó y le servía. Y llegado el atardecer, le presentaron muchos endemoniados, y lanzó los espíritus con su palabra, y a todos los que se hallaban mal los curó”. (Mt 8, 14-16)
La pregunta que puede hacerse el lector es por qué la gente espera hasta el atardecer para llevar a los endemoniados al exorcismo con Jesús, y no lo hace apenas se percata de la presencia de él en Cafarnaúm.
“La respuesta se encuentra un poco antes del relato de San Marcos de ese mismo hecho (Mc 1, 29-34). En el versículo 21 -cuando va a empezar a contar el episodio del endemoniado de Cafarnaúm, que sucede mientras Jesús predica en la sinagoga antes de curar a la suegra de Pedro- dice el evangelista: ‘Y entran en Cafarnaúm; y luego que fue sábado enseñaba en la sinagoga’ ”.
Esa es la clave: era sábado, y solo era lícito de acuerdo a las normas judías que terminase el descanso preceptivo del sabbath para las primeras curaciones.
Uno de los anglicanos que investigó el asunto en el siglo XIX, John James Blunt, encontró más de 40 de estos casos en el Antiguo y Nuevo Testamento. La visión de conjunto de estas ‘coincidencias’ no deja de tener de gran peso.
Con información de Religión en Libertad.
Imagen referencial: Jesucristo (Diogo Morgado) con los apóstoles, en una escena de la serie ‘Hijo de Dios’ (2014).