Los comunistas y todas sus vertientes epidérmicas son iguales, parecen diferentes por momentos pero debajo de la corteza carcomida por el odio entre ellos mismos, se encuentra la sustancia activa que los hace violentos, agresivos, resentidos, miserables y extremistas, con tal de lucrar con el trabajo y el esfuerzo de otros, en especial, de los más pobres.
Las izquierdas, excepcionalmente se ponen en modo “casi democracia” jugando a la participación en algunas elecciones, moderando sus arengas y ataques, vistiéndose de blanco y entonando el himno nacional –pero mordiendo los dientes afilados de hambre de sangre-, para parecer que están siendo más correctos, algo conscientes, como si se hubieran dado cuenta que la paz es mejor que el asesinato.
En medio de esta baraja de “colores enrojisados” están los caviares, dueños de oenegés y burdeles de la intelectualidad -que es un retroceso a la cultura y el pensamiento-, militantes comodones y llenos de dinero del Estado, que inundaron por décadas las escuelas, las universidades y las ediciones desde donde se debían educar muchos profesionales lamentablemente.
Es que se les permitió contaminar y contagiar con sus lemas, himnos y slogans a la historia, trastocándola, cambiándola por la perversión del guión político. Lo hicieron rápido, sembraron el odio al trabajo, la envidia al esfuerzo, el asco al progreso, el recelo al éxito y el irrespeto a nuestros valores y principios ciudadanos. Lo permitimos, fallamos.
A pesar de esta secuencia tan dura e hiriente, es posible revertirla progresivamente porque existe “un ojo abierto, que no es el ojo que llora”, sino que el observa y dictamina sentimientos de recuperación de lo propio, lo nuestro, lo limpio, lo tradicional y lo que cada familia ha construído a lo largo de sus vidas.
Y es tan evidente que se levanta una fuerza popular, de renovación popular, de algarabía nacional, que la Marcha del #5N ha sido una muestra inicial que el camino es por allí y no por otros rumbos, que se debe y que se tiene que escalar en la protesta y que se exige un Paro Nacional combativo, donde, ese día, ya no seamos los miles que fuimos, sino el país de todos los que aspiramos a vivir mejor, con mejores decisiones.
Fue tan exitosa la Marcha del #5N que todos los comunistas (periodistas, congresistas, burócratas y sus aliados) no han dejado de decir cualquier barbaridad para minimizarla primero y para denigrarla luego, pero en sus contradicciones, sólo han logrado demostrar –sin quererlo- que les ardió, que les duele y que les asusta un Pueblo organizándose para la victoria sobre los defensores del terrorismo y la violencia.
Vamos, vamos juntos en este camino, dejemos de lado las diferencias y todos, sin exclusiones, seamos siempre la voz de un país recuperando su propio destino: piensa democracia, construye Libertad.