Se le ve molesto a un ciudadano bastante mayor de edad –de rostro evidente de amargura-, cuando escucha que sus jóvenes nietos y su hija cercana a los 50’s están al ritmo de “¿A dónde habrá ido aquella mirada, que sin palabra todo me decía?, te juro que yo no me imaginaba, lo que se sentía ni cómo sería, un verano sin ti”. Y en esa misma imagen podría enlazar también con el mismo ritmo: ¿Y qué le molesta a don café, que ya parece que perdió la fe?, el verano como la protesta, con ti o sin ti, necesita mirada, necesita palabra, para no ser, una protesta sin ti”.
Vamos al contexto: ahora las protestas políticas son de dos esquinas. Una es la que se impulsa en los jóvenes y agarra viada rápidamente, no se detiene a pensar en apetitos y genera olas que crecen y revientan espectacularmente o al levantarse como espuma, se extinguen de inmediato. La otra protesta es la de los mayores, los reflexivos que piensan un montón de cosas, estrategias, ideas, escenas y discursos o protagonistas, mientras –por esas largas conversaciones y no actuar de inmediato- van perdiendo el tiempo y apagando lo que debió hacerse.
Entendamos las cosas: no existe protesta para pasado mañana o para dentro de una semana, eso no es protesta, eso se llama “aguar el sentimiento”. Y valgan verdades, “ahora” no estamos para aguar el sentimiento de rebeldía, indignación, protesta, lucha y reivindicación. No se trata de armar el expediente perfecto para salir a protestar, no se trata de tener “el manual perfecto” para las horas de lucha, eso es una barbaridad. Y no se trata de ofender a los jóvenes para limpiarnos las culpas propias. Y no se trata de decir que porque cincuenta mil fueron a un concierto… “entonces porqué no van a las marchas contra el gobierno esos cincuenta mil”.
¿Todo el país se reduce a los que van a un concierto? No. ¿Dónde están los millones de adultos que no dan la pelea por una mejor democracia? ¿Juzgando a sus hijos y a sus nietos?
La protesta nace y se incentiva de inmediato con liderazgo para que no se detenga y logre sus efectos (un objetivo electoral, no es un motivo de la protesta, es una manipulación inaceptable de la protesta). Por eso, en la delicada situación política que siempre vivimos en el país, al sentimiento de protesta se le debe inyectar gasolina (argumentos, mensajes, respuestas, ideas, propuestas ciertas, movilización) porque a la gente: “le gusta la gasolina –y pide a gritos- dame más gasolina”. Pero, si vas a tratar de manipular lo que causa indignación, proponiendo tus soluciones electorales y no las soluciones políticas, el caso está perdiéndose y los culpables que tú has señalado, se sentirán más fuertes, pero por tu culpa.
Hay que dejar de dadiyankizar y badbanizar el discurso ese, tan absurdo y denigrante, que acusa a los jóvenes de todos los males actuales, cuando en verdad, lo que ocurre en el país es culpa y responsabilidad de viejos teloneros que siguen repitiendo: “Yo soy rebelde porque siempre sin razón, me negaron todo aquello que pedi, y me dieron solamente incomprensión”. ¿Te das cuenta, telonero que pides y no luchas?
Escucha el idioma y la música que le gusta a tus nietos y a tus hijos sin sembrar prejuicios, encuentra el ritmo, la sintonía y pégate, muévete para que no vayas a terminar diciendo: “Yo sé lo que tenía, lo que no sabía es qué se sentía perderlo” (por si acaso, esta frase final es de Bud Bunny).