Las paradojas de una nación cansada de lo mismo de siempre, hace que nadie asista, o muy pocos en realidad, a la constante disputa por ser más tonto, el más imbécil, el que más daño le hace al país, en una secuencia interminable y constantemente repetida de los odios entre quienes forman parte del dividido Congreso de la República (en una esquina del ring) y el presidente con todos sus ministros, vice ministros y argolla de asesores diversos (en la otra esquina del ruedo).
Peleas entre corruptos, ladrones, sinvergüenzas, ociosos y mentirosos que fueron elegidos por el Voto ciudadano, y los colocados gracias al que salió elegido por el Voto ciudadano, no se equivoquen, no huyan de sus responsabilidades, electores cómplices en silencio actual. Es por culpa del Voto de cada ciudadano, que esta recatafila de prontuariados y convictos salieron elegidos, no fue por causalidad o designio divino, por cuotas ancestrales o plurinacionalidades en campaña. Es fruto de la estupidez puesta sobre la mesa y debajo de ella en las ultimas elecciones generales.
Dos “grandes rivales” para una sola audiencia, para un solo espectador: el Pueblo.
¿Pero no hay excepciones en esa representación congresal llena de incapaces que salió elegida para supuestamente legislar o no hay excepciones en esa representación presidencial que debería gobernar pero pone y saca con frecuencia interminable ministros y viceministros como ases de la manga del delito o conejos del sombrero de la falsedad, sin saber para qué o porqué mientras el país va sin rumbo, como siempre ha sido así? No lo sé, no tengo porqué escarbar en el fango para ver si hay una piedra filosofal o una pepita de oro, lo que importa es que estamos sumidos, ahogados, invadidos y desbordados por el Estado, haciendo lo que no debe –el Congreso y el gobierno, ambos-, mientras los peruanos seguimos subsistiendo mirando de lado, sin mirar hacia adelante, sólo huyendo de nuestras propias sombras a pesar de tener todo el poder para cambiar este desastre.
Un país sin rumbo, si capitán, sin tripulación, con pasajeros de segunda, escondidos en las bodegas que están inundándose cada segundo mientras tratamos de respirar sobre el borde del agua contaminada, esa es la escena y nos callamos. Pero lo peor de todo es que la escotilla está abierta, tenemos arpones, redes y todo lo necesario para defendernos: la calle, la protesta, la indignación colectiva, las masas por enardecerse, todo, pero nos faltan dos grandes momentos… discuros y liderazgos, porque esperamos que “otros lo hagan”. Esa es la película que estamos filmando, sin cortes, sin más guión que las redes sociales, pero por momentos, como en las calles, como en momentos, por algunos sábados de fines de semana.
Así, así no se lucha; así, así se pierde.