En cuestión de bromas, anécdotas y paradojas, América Latina es una fuente inacabable de humor, en especial si nos referimos a la política. Somos tan lecheros, que no nos falta risa en medio de tanta desgracia, como si existiera un impulso que automáticamente nos sacara sonrisas para borrar los rostros de la amargura de cada día. Somos una especie que no se extingue, pero se mata a sí misma y sobrevive.
Resulta por entonces muy simpático el hecho que un presidente mexicano, alias “el peje”, se haya convertido en algo así como el padrino de un presidente peruano, alias “el burro”, quien es a su tiempo, hermano militante de un presidente chileno, alias “el merluzo”. Casi como en temporada circense: tres alias, tres.
Las paradojas son que estos tres distinguidos presidentes se caen a pedazos de ineptitud para gobernar, ineficiencia para conducir e incapacidad para todo lo demás (o sea, para todo). Y en sus países, pues la pena no se come pero engorda las panzas de los desnutridos, en una escena tristísima que resulta imparable por esas cualidades negativas de los señores presidentes: ineficiencia, ineptitud, incapacidad.
¿Y nadie hace nada frente a eso? Muy pocos dicen algo, menos pocos quizás hacen algo, porque en México, Perú y Chile no existen liderazgos visibles, con mensajes, propuestas e iniciativas identificables.
Lo que vemos y leemos son reacciones, respuestas, rechazos a las “desacciones” de los que gobiernan y como son muchos los que están en el poder central, en las regiones y hasta en las municipalidades, hacen falta respondones para tanta tontería o agravio contra el pueblo, pero se olvidan –los opositores que enarbolan las banderas de una mejor democracia-, que los ciudadanos no siguen respuestas ni reacciones, sino mensajes que proponen opciones y si esas opciones entran en sintonía con el sentimiento popular, se activan y se produce el gran efecto de saber que existe realmente una, solamente una y necesaria oposición (y no la baraja de rostros y dimes y diretes que no son nada y no representan a nadie).
En México el tema de la ruina a las clases medias es una enfermedad contagiosa, en Perú el asunto del silencio ciudadano al estropicio hecho gobierno es un virus repetido y sin vacuna, en Chile el agotamiento de las familias y de los trabajadores ante el avasallamiento de sus derechos es algo que no cicatriza y en cada uno de estos tres grandes países, no se ve una, una sola plataforma de liderazgo político constante.
Tres desatinados presidentes rompen y corrompen el destino de tres naciones, pero los ciudadanos lo permiten, los partidos lo toleran (nada que lo enfrentan, eso no se ve), los medios se muestran complacientes y “asegurados” directa o indirectamente y las instituciones quiebran, pierden todo su rol, se desprestigian extinguiéndose. Ese es el gran drama y final. Esa es la gran condena y fatalidad, salvo que… tú que estas leyendo, hagas algo más que leer.