Los planes de acción y respuestas frente a las posibilidades de desarrollar un mal gobierno y en consecuencia, generar escenarios de vacancia o renuncia presidencial, fueron llevados a cabo desde inicios de la administración Castillo por un equipo de poco hábiles “constitucionalistas” que carentes de conocimientos –en toda su expresión, conocimientos- habían ganado ciertos espacios de publicidad en los medios de comunicación gracias al gobierno de Vizcarra, que supo colocarlos en la planilla estatal y en los programas de entrevistas y debate, por recomendación de los operadores caviares (oenegeros, ideeleeros, morados en aquél entonces muy sumisos y comprometidos, somosperuenses de alquiler y la gallada de la PUC).
El combo de los recomendados era tan solicitado en reemplazo de los que podían en verdad aportar algo, que se hicieron parte del escenario de opiniones “constitucionales” que solamente produjeron confusión y ese estado de cosas donde la manipulación conduce sin pensarlo, a rendirle tributo al populismo.
Que el gobierno podía ir mal o de mal en peor no era una casualidad, era una realidad pensada, provocada, pero había que aparentar “que eso, podría ser posible” sólo si las estrategias de convulsión popular fallaban. Es decir, no interesaba la economía de las familias, tampoco el nivel de mejora en los empleos o mayor formalización laboral; para romper las estructuras del capital, hay que acabar desde adentro con el capital, señalaba Mao y ampliaba Abimael, “en una guerra permanente donde las huelgas no son sino una parte del todo, donde los bolsillos que no alcanzan a sostener el presupuesto, son la fuente de un nuevo rostro de indignación, golpear el bolsillo, es darle puños al combate revolucionario”. Pero claro, eso no lo saben los partidos que dicen ser democráticos porque son clubs de elecciones, no son escuelas de formación y de combate al comunismo y sus “ismos”.
El gobierno, por eso, inspirado en las estrategias maoístas y de sendero luminoso, sembraba con el odio, una parte del convencimiento que “todo hay que arrasarlo”. Pero mientras tanto, usaba a los profesores ya no de las escuelas, sino de las universidades, a los que quedan enseñando que el derecho es inverso al deber o que el derecho sólo existe si las condiciones son avaladas por las masas. A cada revuelta, un nuevo derecho. Y así, lo ilógico iba funcionando, justificando y transformando.
Por eso, las estupideces calaron y se convirtieron en parte del ADN de los imbéciles que estaban en la segunda línea del gobierno, porque en la primera sobraban ya los convencidos de su propia ignorancia convertida en discurso y poder. Una mezcla tan explosiva estaba lista y se dio la necesaria etapa de “retroceso para el avance”, esa es la lógica del comunismo siempre: aparentar un debilitamiento ante una amenaza, como el salir corriendo a pedir un supuesto asilo frente a la decisión de la vacancia que se interpuso a la disolución del congreso (cuando la escena era otra pero se “crea una nueva visión de conjunto, negando la evidente”), y así se busca crear una reacción hacia la legalidad que se rechaza. No importa ser procesado, es importante para generar un nuevo escalón de liderazgo o martirio (“secuestrado”, “amordazado” y mil historias de mentiras en la victimización).
El juego del teatro del absurdo es la manipulación de idas y retornos, no interesa de qué, hay que manipular todo, esa es la forma de hacerlo y la gente, ignorantes en mancha, creen lo que les dicen los operadores fabricados, sean constitucionalistas del gobierno, sean congresistas del gobierno o alquilados del poder, eso no interesa, la gente, les ha ido creyendo desde el inicio y los va respaldando, sí, esa masa de ignorantes manipulables, hasta el final. Por ello, se ven focos dispersos y no una forma de expresión de protesta ordenada. Es la ignorancia esparcida que si se junta en un puño, se convierte en revolución.
Como vemos, parece enredada esta descripción, pero es muy sencilla porque la meta es consolidar el poder brutal y las figuras del nuevo poder permanente, el minimizado con eso de “son unos cuantos y son ignorantes”, siendo muchos y muy ignorantes, pero organizados para diseminar esa ignorancia que produce revueltas, tomas de aeropuertos, incendio de fábricas, ataques a comisarías, centros comerciales, saqueos y luego, a escuelas privadas, bancos y cuanto objetivo diseminado sea apetecible para sembar el terror, eso es el terrorismo aplicado en escala y no lo vemos aún entrar a casa, estando cerca.
Por eso decimos que la violencia subversiva otra vez está matando peruanos y lo hace escalando más fuerte. ¿Cómo responder a esta situación tan complicada? Con inteligencia, con la Ley y con la fuerza necesaria. Para eso, no existe deber de apoyar al gobierno, sino que el gobierno tiene el deber de proteger a los ciudadanos, allí parte la respuesta y obligación del Estado, no es al revés.
Nota de Redacción: Para este artículo colaboraron Margarita Ríos, Carlos Gonzáles, Ricardo Escudero, Pedro Alejandro Torres desde Puno y Virginia Sánchez desde el Cusco.
Imagen central: Quince policías heridos, dos con pronóstico reservado y tres con heridas múltiples, dejó un atentado terrorista contra las instalaciones de la División Policial de Andahuaylas