Esto es como la canción “provócame” y hace pocos días lo vi en las redes sociales cuando enfermos y atolondrados los de la izquierda subversiva me atacaban diciendo que yo había pedido y exigido que los fusilen, cuando simplemente dije: “plomo y plomada” y puse la advertencia al principio al escribir que “estoy segura que este título ya ha puesto en vereda del susto a muchos que se sienten casi terrucos por sí mismos, a otros tantos que se ven señalados por su actitud, palabra y compromiso con los dictados de la izquierda subversiva que señala cómo deben de hablar, qué deben de decir y cuándo tienen que comentar, los que pretenden ser del pueblo y en verdad son –y están- en contra del pueblo”.
Pues bien amiguitos y amiguitas de la ultraizquierda, este título está dedicado a ustedes “y ustedas” porque a los comunistas, a los perros* y a los burros*, ya nadie les ladra, ya nadie les hace caso, ya nadie los toma en cuenta porque se están ahorcando entre sí, matándose unos a otros luego de haber robado al Estado, luego de haber hecho de la corrupción su forma de vida más pública, demostrando sus odios y ambiciones desmedidas, perjudicando a los más pobres… ¿O no es así?
Y por si acaso, aclaración para los extremistas que van saltar “indisnados”. A los miembros o militantes de los partidos comunistas estrella roja y bandera roja, en los años 80-90 les decían “los perros” y “los burros”, así que ni se hagan los ofendidos porque a ustedes me refiero en el ejemplo directo.
Hablamos entonces, reconstituyendo y encuadrando en la coyuntura presente, para ponerlo en contexto, que nadie toma en cuenta a los verónikos, a las bermejas, a las pukis y serronas, a las tirifilas y sigrifrígidas, porque nunca han hecho nada bueno por el país y este año y meses al lado de su amo Castillo, han demostrado que no son nada, nunca serán algo. Hemos visto por fin, en los ojos del pueblo, en la radiografía ciudadana que las izquierdas no sirven y desencantan, hablan tonterías y reproducen estupideces. Esa es la única verdad.
Ahora más bien, cercanos a las fiestas de Navidad, vamos a pedir clemencia por sus almas, no por ellos, no por los burros ni por los perros de la política ultraizquierdista, sino por sus almas, porque deben tenerlas, a pesar de todo y merecen piedad, para completar sus desdichadas vidas donde siempre deberían de estar ¿Adivinan? Sí, allí.