El día de hoy, día de trabajo para los que en verdad aman a sus familias y se esfuerzan constantemente por su progreso y desarrollo, miles de peruanos saldrán en diversas partes del Perú a expresar su esperanza por un mejor país, en la denominada Marcha por la Paz, una iniciativa que partió de la familia policial –con justa razón- y que ha encontrado eco rápidamente en múltiples asociaciones, colectivos y grupos ciudadanos.
La Paz es un símbolo que congrega a todos los peruanos que sabemos el dolor inmenso que nos ocasionó el terrorismo del MRTA y Sendero luminoso, las organizaciones criminales que causaron la muerte de más de setenta mil compatriotas, miles de desaparecidos que fueron secuestrados desde sus pueblos nativos o comunidades campesinas para enrolarlos a la fuerza en las hordas del terror comunista y cientos de miles que aún siguen siendo víctimas devenidas del fallecimiento de sus padres, hermanos, madres, abuelos e hijos. Y es que el dolor causado por la izquierda extremista no cesa, pero en estos tiempos de inestabilidad política es mayor, porque existen organizaciones criminales de la subversión en las redes sociales y detrás de sindicatos, medios y “partidos” o movimientos de fachada, que no estando reconocidos ante los organismos electorales, se venden como instituciones, no siendo más que establos de violentistas y guaridas de delincuentes de la política del odio, la corrupción y la impunidad.
Estos años de desgobiernos, en que la ultraizquierida con todas sus máscaras ha atacado a las verdaderas instituciones infiltrándolas y demoliéndolas desde adentro, hemos sido testigos de una pasividad que llegó a su límite cuando el dirigente comunista Pedro Castillo y sus secuaces -mediante fraude- lograron la presidencia del Perú.
Esa pasividad se acabó con el autogolpe que Castillo, Cerrón y la extremista Mendoza urdieron en complicidad con los remanentes del terrorismo (especialmente en el VRAEM) donde tienen su “cabeza de playa” para movilizar tropas insurgentes, logística millonaria y pertrechos que usan en la expansión de la contaminante minería ilegal. Por eso, la Marcha por la Paz no es un apoyo al actual gobierno, sino una expresión popular de respaldo a nuestros garantes de la Paz: las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú.
Estemos alertas hoy día más que nunca, para detectar, detener y entregar a las autoridades, a quienes pretendan generar violencia o atacar a los que pidiendo permiso en el trabajo, estando de descanso o dándose un espacio en sus labores, van a la Marcha por la Paz.