Definitivamente, en el Congreso de la República del Perú las ideas y las acciones, son privilegio de no más de cinco representantes, tal vez de seis, pero de allí hacia adelante, es un desastre de rostros, gritos, poses, negocios y fantasías políticas convertidas en escándalos, extorsiones, chantajes, propuestas legislativas de bulla y adorno –que les dicen declarativas- y discursos en Comisiones o Plenos que parecen ferias de comicidad, que no dan para construir un verdadero Diario de Debates, porque lo que menos se evidencia, es eso: debates.
El parlamentario no habla, el parlamentario gruñe, aúlla, rebuzna y trina. ¿Es ofensivo decirlo? No, de ninguna manera, porque es cierto y los resultados están dando vueltas en el hazmerreir ciudadano.
Se promulgan leyes contra el progreso, leyes que no promueven ni estimulan, sino que regalan lo ajeno, como nuestros impuestos. Leyes que nombran a un espacio público abandonado, como nuevo distrito. Leyes que desalientan, que embrutecen y hacen abultado el tiempo perdido. No son leyes en realidad, son anuncios del nivel de los representantes que tiene el Congreso.
Y en el otro lado de la balanza, el gobierno es la suma de los residuos que deja desperdigados el Congreso, confrontándolo de vez en cuando, negociando bajo la mesa y en la oscuridad casi siempre.
¿Qué tenemos entonces los ciudadanos como representación directa?
Algo mucho peor: los gobiernos regionales y las casi dos mil municipalidades llenas de una burocracia ineficiente, que cobra por planilla, por trámite irregular y porque es así, institucionalizada la coima, la mordida, el apretón, el 20% “usual”.
Algo que es semejante entre todos (congreso, gobierno nacional, gobiernos regionales y en especial las municipalidades), es su desesperación “por gastar” en ellos y no hacia el Pueblo.
Toldos, sillas, tabladillos, globos, flores, discursos, anfitrionas y sicarios mediáticos, almuerzos y vinos de honor, placas de inauguraciones de planes y proyectos (no se inauguran obras, ¿se dan cuenta?), ese es el rol del día, la Moción aprobada, el nombramiento esperado, la ruta alimentada, el pasaje regalado. Y seguimos igual, porque la rueda de los personajes de la política asquerosa gira en torno a “ellos y ellas”, reciclándose o cambiando de postulación o cargo público, pero son los mismos y las mismas, incapaces, ignorantes, ineptos, sinvergüenzas, ladrones de la voluntad popular.
Cirugías de la panza y los rollos, del rostro con pómulo horroroso, nuevo tinte oscurecedor para los viejos y rubio para las del odio, dientes de oro, camisas y ternos brillosos, apretados para lucir el abdomen de los buffets, trajes de estilo con borde “andino” para no usar polleras y tampoco algo de marca, camioneta con lunas oscuras, guardaespaldas con corbata roja y zapatos negros y medias blancas, ubicar un nuevo departamento en San Isidro o cerquita, para oler el mar y dar vueltas por el golf, viernes de pizzas y sábados en Ancón, San Bartolo o Punta Hermosa, esa es la “niu laif” para los políticos o como quieran denominarse todos esos perdedores que ocupan el poder de tu distrito, de tu provincia, de tu región y de tu nación. ¿Escandaloso? Evidentemente que sí, pero tú lo permites y lo dejas pasar, con –tal vez- una incierta esperanza, algún día, quizás, tal vez.
Y todo sucede porque los preparados, los honestos, los honrados, los inteligentes y patriotas, lo permitimos, dejamos que ocurra porque no nos queremos meter en ese mundo vicioso de la política peruana, tan lleno de porquería, tan observado y listo para destruir la vida más limpia, con tal de seguir colocando ladrones y miserables en todo nivel de gobierno y poder de decisión.
Hay que cambiar, uniéndonos. Hay que derrotarlos, uniéndonos, no siendo celosos de tal o cual, porque los que no son nada, quieren destruir todo.
El Perú sobrevive por imaginación y milagro, pero podría dejar de estar esperando milagros, si usara su imaginación para avanzar, con mayor Libertad y por una mejor Democracia.
Por eso, observemos lo que hay que corregir rápido, como por ejemplo el liderazgo que debería haber entre los Congresistas como institución de la voz directa del pueblo, que es una utopía ahora, igual que ayer, porque el Congreso está lleno de una incapacidad absoluta para entender su rol como Congreso de la República, para cambiar las funciones de las municipalidades y gobiernos regionales, para que el poder ejecutivo actúe y rinda cuentas, para ser un Poder del Estado.
Si el Congreso de la República honrase su nombre, otro país se podría construir, en vez de verlo destruirse.