Sentados en cómodos sillones de exclusivos cafés barranquinos, sanisidrinos y de ventanales sobre la vía pública como para que digan “¡Oh, míralos!”, teniendo en la mesa de mármol seguramente dos Iphone, una laptop y quien sabe qué más, los empleados públicos de anteriores gobiernos, la enorme planilla FAG, la de consultores, de contratistas de “estudios inconclusos”, la lista privilegiada con elevadísimos sueldos para su bajísima preparación y nula capacidad o talento, se sienta angustiada en esos lugares mientras tuitean tonterías o reciben del centro de mayores tontos sus guías de mensajes y ataques, una lista muy extensa de objetivos en las redes, para cansar, disgustar y atacar a los que entorpecen a sus referentes, a sus cómicos influencers.
Se menciona que desde los “caviar-center” y desde los “terru-center”, los supervisores o coordinadores, es decir, los faranduleros y seudo intelectuales llenos de odio, resentidos, cochinos, sucios, engominados y también las afeadas de axilas pesqueras, todos y todas con pinta de profesores de la Católica o la del Pacífico, mantienen activas más de cien mil cuentas de tweeter y otras más de Facebook, algunas decenas de miles en Instagram y así, miles por aquí, miles más por allá. El fin es dar falsas imágenes de “líderes en las redes”, de nuevos influencers que con sus insultos, ofensas, agravios, violencia verbal e ironías llenas de falta de respeto “provoquen” a los ciudadanos -que no son “esos”, los de las izquierdas del odio, las izquierdas subversivas, las izquierdas caviares, las izquierdas pitucas ni las comodonas- “esas” que se expresan constantemente en las redes sociales, para que ya no lo hagan más, para que los ciudadanos se callen y no participen más, mientras “esos”, los de las izquierdas del odio, se apoderan de todo espacio de comunicación, conversación e información.
¿Quienes manipulan esa milicia de los medios? Un llorón ladrón de guiones, una panfletera y otra florera, una teatrera misógina con un acomplejado que tuvo Fe y se flageló con el odio, un ocioso de tantos y tantas, varios acosadores del diario del túnel y decenas de asesores en el Congreso “del que reniegan pero cobran puntualmente, virtualmente”, decenas de renegados de los medios y leguleyos con pinta de constitucionalistas, todos “esos y esas” discuten frases y respuestas, arman las plañideras y los falsos testimonios, buscan complacencia, que los acaricien, que les tengan lástima, mientras van por lo bajo sembrando más odios, más enfrentamientos, la ira que quisieran sea un comportamiento habitual.
Gritan de todo hasta que llegan a decirte “facho”, ese es su clímax, su mayor insulto, pero no se dan cuenta que ellos son el fascismo puro, la izquierda del odio que mata porque es cruel y asesina, el neosenderismo luminosciente. Los “fachos” antes éramos los imperialistas, la derecha, los cavernarios… que risa que me dan las rojas culebras que se engullen entre sí.
Pero si les respondes y les dejas en evidencia, gritan luego de un suspiro…. “no me terruquees”
Son odio, hay que decirles lo que son. Son de izquierda violenta, subversiva y agresiva, hay que decirles lo que son y hay que acabar con ese discurso progre y cambiante que se niega cuando viene de la misma fuente: el marxismo leninismo criminal, el comunismo que debemos eliminar para siempre.