No recuerdo cuándo fue que se comenzó a sentir tanto el viento maloliente del odio, ese que trae el denominado feminismo que agrede, violenta y enfrenta a una especie de mujeres, contra todas las mujeres, como en una guerra que se tiene que dar, que tiene que suceder, que se debe vencer “a todo odio”. No recuerdo y cuando he preguntado a las propias autodenominadas “feministas”, me han salido con las respuestas más predecibles y tontas, las de siempre: “facha”.
El negacionismo de las feministas es como su maquillaje en las tetas durante un día de protestas, en una marcha de gritos y de histeria colectiva cuando defecan en la vía pública o miccionan sobre la escalera de un templo. El griterío de callar a otras es su consigna, no un esfuerzo verbal para que se escuchen sus argumentos o la plataforma que las mueve a salir con las axilas inundadas de pelos y sudor, asquerosas siempre.
No son mujeres de ejemplo, son feministas de utilería, de rechazo mugriento y se suman con hombres vestidos de mujeres (muy mal ataviados por cierto) o con hombres que se van operando de algo para quitarse o ponerse algo en reemplazo o cancelación de algo…insatisfechos de su cuerpo, ausentes de cariño en el alma, pretendiendo decirse mujeres, sin serlo jamás.
Hace pocos días tuvimos gracias a Minuto Digital Perú un “desayuno de mujeres, hablando de mujeres”, que lo hicimos en una cafetería de los Olivos, en un lugar tranquilo, muy bonito, muy femenino y al alcance de nuestros monederos (como diria mi Mamá). En ese encuentro de veintitantas mujeres entre los 18 y 25 años, estudiantes universitarias, profesionales, amas de casa y chicas que trabajan como agentes de seguridad, comerciantes y como transportistas, hablamos de política intensamente, coincidiendo todas en que no nos resulta favorable el feminismo militante, sino lo femenino dirigente. Necesitamos por eso impulsar liderazgos y una agenda femenina, no feminista.
Del mismo modo, no tenemos porqué incorporar los sentimientos ajenos, de grupos diferentes para vernos obligadas a decir que son mujeres, cuando no lo son. Que tengan el discurso y la autopercepción que deseen, pero no siendo mujeres, pueden hacer su espacio donde y como quieran denominarlo y donde deseen tenerlo, pero no es el nuestro y no hay que manipular para confundir.
Hablamos muy claro entre mujeres y vemos que poco a poco, muy poco por ahora, pero va haciéndose presente cada vez más, que se notan mujeres con voz propia y voz de todas, construyendo ideas, formulando propuestas, uniendo a las mujeres en temas sensibles y de acción. Mujeres patriotas, de corazón abierto, solidarias, femeninas, como todas queremos ser.
Estamos en ese esfuerzo de mujeres.