Escribió una vez que “se fue abriendo camino, hasta ser aceptado como lo que fue”, y esa frase nos queda en el principio de cuando lo conoció mi abuelo, Mario como él, periodista como él, en La Catedral -con él y varios como ellos, cigarro tras cigarro en el humo de la opinión extraordinaria-, tanto como mi padre que me ayuda en esta forma de verlo, descubrirlo más y describirlo también más, mi padre que también escribe maravillosamente y es periodista de costumbre y opinión como él y lo acompañó en esas marchas valientes cuando nació el Movimiento Libertad y se proclamó un día de marchas hacia la Libertad, desde la plaza San Martín, como mi abuelo que tanto lo quería y mi padre que lo aprecia mucho y a veces lo critica con la energía del admirador sin ser entendido, como yo me siento cuando le doy golpes suaves a las teclas de la vieja máquina Remington de mi abuelo y de mi viejo, que a veces uso con dulzura y emoción, en vez de las laptos y otros medios que tengo en casa, así “se fue abriendo camino, hasta ser aceptado como lo que fue” y ser aplaudido como lo que es.
Mario Vargas Llosa está lleno de honores y homenajes, tal vez pocos ante tantos bellos escritos, tal vez unos cuantos antes que los leas y te emociones, tal vez menos de lo que pensamos que debe de recibir y aún siguen haciendo fila para dárselos, pero lo importante no son esos homenajes, sino las miradas, las lágrimas, las lecturas y las emociones de releerlo, allí está el auténtico sentido de una obra que trasciende en letras, en páginas, en libros, en conversaciones, más allá de toda Catedral o del sueño de un Celta.
Mario dijo algo trascendente: “Al Perú lo llevo en las entrañas porque en él nací, crecí, me formé y viví aquellas experiencias de niñez y juventud que modelaron mi personalidad, fraguaron mi vocación y porque allí amé, odié, sufrí y soñé. Lo que en él ocurre me afecta más, me conmueve y exaspera más que lo que sucede en otras partes. No lo he buscado ni me lo he impuesto, simplemente es así”, suficiente testimonio. Y nos dice también: “Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida”
Es en su obra, que no solo son sus libros sino un amplio pensamiento, que Vargas Llosa deja en herencia al Perú ideas claras y valientes, eso es lo que a mí me emociona cuando gentes jóvenes comentan de él y de lo que él escribió o dijo en muchos momentos donde era necesario que lo haga. Eso hace, eso construye, eso “patriotisa”. Y un fruto de su palabra y sentimiento hecho secuencia intelectual, es Alvaro, su hijo, que jamás calla porque hace de su relación familiar e intelectual un encuentro permanente. Él es el libro de la lealtad y el acompañamiento que jamás ha escrito su padre, pero todos lo leemos y lo sabemos.
Quédate con este pensamiento antes de terminar mi columna:
“Porque la nuestra será siempre, por fortuna, una historia inconclusa. Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible”.
Sus ideas, sus opiniones, su forma de escribir y leer a la tierra que lo inspira, valen más que todos los reconocimientos de la vida, ese es el gran amor de Mario Vargas Llosa, una historia de amor con el Perú.