Hay que repetirlo una y otra vez: la sucesión presidencial que ha ocurrido cuando salió el golpista Pedro Castillo -vacado por el Congreso de la República de conformidad al debido proceso constitucional-, no significa el inicio de un nuevo gobierno, sino la continuación del que se inauguró con Castillo (y con Dina Boluarte como su vicepresidenta) y del cual y por lo tanto, la señora Boluarte era parte integrante del mismo. Hablemos más claro aún, para entender mejor: la fórmula electoral del partido (comunista) Perú libre estaba conformada por Pedro Castillo para la presidencia, Dina Boluarte como su primera vicepresidente y Vladimir Cerrón como el segundo vicepresidente; los tres eran socios y cómplices en el proyecto político electoral, aunque en diversos momentos posteriores a los resultados de los comicios, se notaron resquebrajamientos entre los tres, pero no por temas ideológicos, no por asuntos de Estado, sino por cupos y copamientos de puestos públicos para los allegados de cada uno. Es decir, peleas por interés personal.
Dina Boluarte jamás se distanció de Cerrón o de Castillo, al contrario, su comunicación e identidad en las decisiones de gobierno fueron permanentes. Veamos por ejemplo lo que dijo Boluarte, siendo ministra de Desarrollo e Inclusión social, el 19 de octubre de 2022 (mes y medio antes de reemplazar a su jefe político):
Dina Boluarte respalda a Pedro Castillo: “Desde Arequipa, me adhiero totalmente al mensaje del Presidente de la República que ha reafirmado la vocación democrática y social de nuestro gobierno, denunciando la nueva modalidad de golpe de estado en curso y demandando la aplicación de la Carta Democrática Interamericana”. ¿No se acuerdan de esas declaraciones?
Y pueden corroborar que el apoyo a Castillo era evidentemente -también- a su gabinete, en el cual estaban personajes comprometidos con serias irregularidades como Aníbal Torres, Betsy Chávez y otros.
🔴 El presidente Pedro Castillo informó que el Perú solicitó a la OEA la activación de la Carta Democrática Interamericana, pues advirtió a la comunidad internacional que en el país existe un proceso que busca quebrantar el orden constitucional. 👉 https://t.co/aSET3oZmxL pic.twitter.com/bW8dLcfiTG
— Diario El Peruano (@DiarioElPeruano) October 20, 2022
Dina Boluarte jamás deslindó, no fue una gran ministra, tampoco una medio eficiente ministra, porque además de su absoluta falta de gestión, tuvo en paralelo un permanente dolor de cabeza, como este caso:
“El vocero de la bancada Renovación Popular, Jorge Montoya Manrique, explicó que la moción de interpelación, presentada para que la ministra de Desarrollo e Inclusión Social, Dina Boluarte Zegarra, concurra al Pleno del Congreso, busca que, en lo inmediato, sea retirada del cargo. Esto por su incompatible participación como presidenta del Club Departamental Apurímac y vicepresidenta de la Asociación de Clubes Departamentales del Perú. En diálogo con Congreso Radio, el congresista calificó como un trámite necesario la presentación de la también vicepresidenta de la República en el Pleno del Parlamento y consideró que el jefe de Estado, Pedro Castillo, podría actuar de una manera más rápida y reemplazarla de una vez”.
Como podemos comprobar, Dina no tuvo capacidad ni resultados en su gestión, ni tuvo consistencia y conclusión clara en todas las acusaciones por las cuales el Congreso sa estaba procesando. ¿Tuvo suerte con la decisión irracional de Castillo? Sí, ganó tiempo “y borró antecedentes” de sus conflictos.
No tiene rumbo, nunca lo tuvo. Se dedicó a seguir un guión “sui generis”, del cual sus autores hoy gozan del poder en el país y la mantienen a ella sin rumbo predecible, porque es más manejable.
El gobierno tiene por este novelesco precedente de la informalidad política peruana, tres frentes de enredo:
- No hay oposición democrática, no existen líderes de oposición democrática al gobierno.
- La izquierda y sus rostros de odio, atacan incansablemente a Dina Boluarte, por sus formas de gobierno (imposición y autoritarismo creciente) y por sus actos de gobierno (represión y violencia)
- No existen instituciones que promuevan diálogo, encuentro y soluciones (no funciona el Acuerdo Nacional como un impulso de múltiples voces, ni el Congreso como el auténtico balance entre poderes).
Entonces… entonces cada quien juega “su tiempo” a “su favor”, pensando que en cualquier momento se va Dina Boluarte de la Presidencia (ante lo cual, ya hay varios “presidenciables” moviendo sus fichas, sus rezos, reuniones, promesas y juramentos de chamba-contratos-licitaciones-asesorías, para reemplazar al actual presidente del Congreso, cuyo mandato vence en julio de este año, pero, lean bien por favor: no es, no será quien ocupe la presidencia del Congreso quien reemplace a la señora Boluarte si ella sale, porque se ha creado una nueva costumbre, por la cual se vuelve a elegir a un nuevo presidente del Congreso, con la finalidad de reemplazar al presidente de la República que vaca o renuncia, se los recuerdo).
La política peruana como leen, como ven, como saben o no conocen en detalle, es una locura hecha reglamentos y leyes que nadie respeta, es un teatro del absurdo donde las lealtades no existen, las promesas se evaporan, los compromisos se hacen humo y al revés, el humo es concreto, el vapor se solidifica y la deslealtad gobierna.
Así como jamás debió ser presidente Castillo, la señora Boluarte cumple los mismos juicios de valor, porque jamás debió llegar a ser presidente, sino, ¿Cerrón lo hubiera merecido?
Imagen referencial: La titular de Desarrollo e Inclusión Social, Dina Boluarte, se durmió en el Congreso de la República tras la presentación del presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, ante el Pleno. Captura de pantalla sobre vídeo de Giuliana Castillo/URPI-GLR