Debido al bajo porcentaje de trabajadores que efectivamente cotizan en los programas contributivos de pensiones, en promedio el 60% de los adultos mayores de 65 años en la región latinoamericana no recibe una pensión contributiva. Ante este panorama, surge el desafío de aumentar la cobertura previsional contributiva.
Entre las propuestas existentes que permiten lograr ese objetivo destacamos once alternativas. En primer lugar, es necesario promover el desarrollo económico de forma sostenida mediante diversas políticas, porque ello genera mayor formalidad laboral. Por ejemplo, es posible pensar en impulsar la senda de desarrollo económico mediante la reducción de la burocracia, el uso de nuevas tecnologías para aumentar la eficiencia y competencia, la mejora en la formación y capacitación y el impulso en la infraestructura.
En segundo término, es clave promover políticas que permitan reducir la informalidad laboral, por ejemplo, mediante medidas que apuntan al mejoramiento del mercado laboral, tales como: (i) reducir los costos del empleo formal y de los contratos laborales; (ii) fomentar el empleo formal en las mujeres, lo que requiere mayor flexibilidad laboral y ayudas en la maternidad (como las guarderías universales); (iii) fomentar el empleo formal en la tercera edad, a través de mayor flexibilidad laboral, y a la vez reduciendo la discriminación por edad, premiando a las empresas que enfoquen su contratación al segmento mayor e invirtiendo en capacitación en tecnología); y (iv) fomentar el empleo formal en los más jóvenes, por ejemplo mediante una mayor flexibilidad estudio/trabajo, subsidios a su contratación, políticas que reduzcan la deserción escolar y establecerles un salario mínimo más bajo que el general.
Dentro del mismo objetivo de reducir la informalidad, también es posible pensar en políticas que apunten a mejorar el diseño de la seguridad social, tales como: (i) adecuar las edades legales de pensión para que reflejen el aumento en las expectativas de vida al jubilar (esto influye sobre la edad efectiva de retiro laboral en las personas y sobre las políticas de despido de las personas mayores en las empresas); (ii) tener en consideración los impactos que tienen en la cobertura los sistemas de pensiones de capitalización individual en contraposición a los sistemas de reparto (en los primeros se otorgan mayores incentivos para cotizar que en los segundos, pues los aportes constituyen un ahorro personal sobre el cual los afiliados tienen derecho de propiedad, y además en estos últimos se pierde el derecho a pensión si no se cumple un mínimo de años de aportes); (iii) dar acceso a otros beneficios de la seguridad social que sean básicos, cuando se está afiliado y aportando a programas de pensiones (por ejemplo, seguros de salud u otros); (iv) revisar los requisitos para acceder a los beneficios de los programas sociales que desincentivan la cotización a las pensiones contributivas; y (v) diseñar un pilar no contributivo de pensiones que no desincentive los aportes a los programas contributivos.
Como tercera alternativa, se presenta la necesidad de educar y comunicar los beneficios del sistema de pensiones contributivo, ya que, si los mismos no se perciben, las personas no ven la necesidad de incrementar o mejorar su pensión.
En cuarto lugar, es necesario reducir el problema de la evasión y elusión previsional: aumentado la efectividad del proceso de fiscalización del pago de contribuciones de los trabajadores; perfeccionando la información y educación previsional de los trabajadores; reduciendo los costos laborales; y revisando el diseño e interrelación de los distintos programas sociales existentes.
En quinto lugar, se debe seguir avanzando en la incorporación obligatoria al sistema de pensiones de los trabajadores independientes con capacidad de ahorro. Sexto, se debe utilizar la recaudación y devolución de impuestos a la renta para sumar a nuevos grupos de trabajadores al sistema contributivo de pensiones. Séptimo, se debe tratar de aprovechar las instancias de formalización para cotizar, en ciertos sectores de trabajadores por cuenta propia de sectores modestos que tienen alguna
capacidad de ahorro (por ejemplo, pescadores artesanales, taxistas, trabajadores circenses). Octavo, se deben maximizar los incentivos para la participación voluntaria en los programas contributivos de pensiones, para lo que se requiere promover el desarrollo del sistema financiero; mejorar los incentivos fiscales o tributarios al ahorro voluntario (por ejemplo, se pueden perfeccionar los incentivos tributarios
para las cotizaciones previsionales que hacen los trabajadores independientes y definir incentivos fiscales para los trabajadores de menores ingresos que no pagan impuestos); mejorar la liquidez del ahorro voluntario, pero estableciendo desincentivos a los retiros; aumentar la competencia en la industria de ahorro previsional voluntario, autorizando a distintas entidades a administrar este tipo de planes, sin costos u obstáculos al traspaso; y crear mecanismos de ahorro voluntario colectivo con enrolamiento automático.
Sobre el punto anterior, en torno a promover el desarrollo del sistema financiero cabe recalcar que parece totalmente contraproducente la implementación de políticas públicas que a largo plazo pueden ir en sentido contrario a tal objetivo, por ejemplo, mediante reformas que desvíen cotizaciones previsionales a un fondo colectivo de reparto y que establezcan beneficios que en mayor parte se terminen financiando con recursos del presupuesto público. Noveno, hay que explorar la recaudación de cotizaciones a través del consumo de los trabajadores (por ejemplo, definiendo que un porcentaje del impuesto al consumo vaya a las cuentas individuales de los trabajadores; o estableciendo reglas por defecto que impliquen destinar una parte del consumo al ahorro individual mediante aplicaciones tecnológicas). Décimo, es necesario definir mecanismos simples de aportes usando la tecnología existente, para que los trabajadores de bajos ingresos e irregulares puedan realizar cotizaciones de montos menores y con intervalos de tiempo flexibles que sean más adecuados a su realidad.
Esto puede lograrse eficientemente a través de aplicaciones de micropensiones, las que permiten a sus participantes contribuir a sus cuentas de ahorro en pequeños montos y en frecuencias diarias y semanales. Y finalmente, como onceava medida, hay que buscar formas para dar liquidez al ahorro no financiero que acumulan quienes se pensionan (por ejemplo, transformar el ahorro para financiamiento de la vivienda, conservado su uso, en un flujo de pensión contributiva; lo que comúnmente se conoce como “hipoteca revertida”).
Nota de Redacción: las propuestas y el Informe completo lo puedes leer y descargar en https://www.fiapinternacional.org/wp-content/uploads/2023/01/NP68-nota-de-pensiones-esp.pdf