Antes era algo identificable ser de izquierda y hasta habían grupos que sintiendo cercanía, pero diferenciándose del orígen extremista del marxismo leninismo, se denominaban “izquierda democrática”, casi como una expresión de similitudes en determinados slogans, pero lejos de aquél incendio de iras y odios que fomentaban lo que tradicionalmente era conocido como “la revolución”. Se notaba una gran diferencia y evidente distancia, repito: porque la izquierda era la encarnación política de la agitación marxista leninista, la militancia comunista y en algunos casos se mostraba con el apelativo de “socialista” porque el comunista era más obrero y campesino y el socialista era más universitario y empleado público, así era. Del otro rumbo en paralelo o izquierda “democrática” estaban los que podían compartir algunas posiciones y reclamos, tal vez arengas y manifiestos, pero no tenían como inspiración la violencia “como partera de la historia”. Podríamos decir que allí se ubicaba la socialdemocracia de esos tiempos o en el Perú, el partido Aprista, una intento de alianza entre trabajadores manuales y trabajadores intelectuales.
Con el paso del tiempo, la denominada izquierda se convertía en dos vías separadas: partidos que se llamaban “comunistas” y movimientos revolucionarios también comunistas pero sin decirse esa palabra, que pretendían derrocar gobiernos democráticos y dictaduras, acusando a ambos, de ser proimperialistas, de derecha, explotadores y un sin fin de adjetivos que acuñaron con marcada insistencia, recuerden bien, produciendo dos vías, dos frentes. Pero debemos tener en cuenta que una característica de la izquierda es su división constante y su radicalización por etapas. En consecuencia, en el caso del Perú, habían “varias” vías y varios movimientos revolucionarios o intentando serlo. En las vías estaba predominando el partido comunista “unidad” (pro soviético), el partido comunista “patria roja” (pro chino), el partido comunista “bandera roja” (pro albanés), el partido comunista “revolucionario” (nacional, aburguesado), el partido comunista “estrella roja” (luego sendero luminoso) y pequeños grupos de agitadores sindicales que no calaban en la masa obrera, pero que luego descubren el camino individualista de hacer gremios paralelos a las “confederaciones de trabajadores” (magisterio, construcción civil, puertos, empleados estatales, etc.)
Y por el frente de la acción comunista, se lanzan en los 60’s las guerrillas en el campo, que no tuvieron efecto como su inspiración cubana. Fracasaron porque no es lo mismo una revolución en el Caribe, que en los Andes y porque Fidel Castro no quería sombras a su naciente liderazgo, llegando a dejar de lado a sus camaradas en cuanto al apoyo logístico (por eso el Che Guevara fue prácticamente traicionado por Castro, al quedarse sin armas, medicinas, dinero, cuadros y asistencia general).
El segundo flanco de generación de frentes de acción revolucionaria del campo a la ciudad, creando cuadros en las ciudades y llevándolos al campo, fue el MRTA y a su lado, Sendero luminoso. El MRTA intentaba reivindicar el estilo guerrillas de los 60’s con una mezcla de fanatismo ideológico, mientras que Sendero luminoso hacía del maoísmo un impulso para desarrollar una nueva forma de acción militar y politica extremista: el terrorismo.
Sin embargo, ambos -el MRTA y SL- hicieron las mismas acciones y se condujeron por la misma barbarie.
Hoy, la izquierda multiplicada en cientos de pequeños grupos, cambia de nombre como de pañal, cambia de suciedad como de agresión, usa la violencia en todos los campos posibles -como las redes sociales- y muestra sonrisas de hipocresía para no impactar negativamente (en su errada estrategia).
El gran problema para las izquierdas en general, es que han reconvertido la ira y el resentimiento en odio, han recreado la lucha de clases por la militancia en el odio y así quieren o creen que pueden expandirse y llegar al poder. Se equivocaron y la mejor muestra es Pedro Castillo y el partido comunista Perú libre en primer lugar, como antes ocurrió con los grupos comunistas que usando otros nombres, llevaron a Susana Villarán a la Alcaldía de Lima, después de haber llevado a Alfonso Barrantes al mismo sitial (pero con la gran diferencia que Barrantes no fue un delincuente).
El odio, es el crimen perfecto para el fracaso. La izquierda es el arma mortal para la Vida.