Puedes hablar de lo que quieras, claro que sí, es tu Libertad, son tus derechos -ahora que se dice que hay derecho para todo, hasta para ser estúpido-, pero esas prioridades que te hacen perder tanto tiempo de tu día a día, reflejan el nivel de importancia que muchos le dan a lo que no debe de ser urgente, cuando en realidad millones no van a tener futuro como el tuyo por la anemia y la desnutrición, cuando millones no tienen día a día, sino segundo a segundo de tratar de sobrevivir, cuando millones están carentes de educación y formación, cuando la incertidumbre es el rostro de millones y sin embargo, unos miles de indiferentes totales, se dejan ganar -porque les gusta-, la palabra, la voz, el pensamiento, la mirada y el aliento por los chismes, rumores, inventos, “armanis” y sicosociales de la fauna peruana que inventa un periodismo miserable, desgastado y sometido al dinero de los avisos y la sombra del engaño que alguien, o tal vez demasiados mercantilistas, aprovechan impunemente.
No se trata de ser moralistas ni puritanos, sino de comportarse siempre como ciudadanos en un país que se pierde en lo improductivo y anecdótico, en discursos de bufones y atorrantes, políticos y políticas en especial, que se juegan la vida por una portada o una entrevista, de lo que sea, como sea, por lo que sea. Y detrás, se van sumando uno a uno peliculineros de temporada: un artista, una cantante o una actriz de capa caída, generalmente un futbolista de toque farandulero u otro que se dedica a poner un negocio que también es de medio pelo o desierto de clientes. Y les sale en consecuencia el ser “objetivos” de unos cuantos billetes, algo de bulla, fotos, entrevistas, roches, burlas y escándalos que a ellos no les suman como personas, sino como lo que son, indigentes de la sociedad del aplauso temporal.
El menú es estar dispuesto a vender su imagen, a salir llorando o pidiendo perdón luego de pegarle a su mujer o ponerle los cuernos al marido, el trampear -ese nuevo deporte favorito del nuevo “éxito”-. Para eso hay mucha televisión, mucha yuca y rabo, entrepierna y poto ajeno. Se vuelve un mérito el que tengas muchos deméritos, es un “orgullo” perder el orgullo, es una bajeza ser un buen padre o leal esposo, o una buena esposa y madre que con sensatez y tenacidad hace surgir a su familia, así ella sola sea la que guía el camino.
Estamos “cutisados” estas semanas, como estuvimos “pumitisados” y hasta “toledisados” por años de ver que los excesos del alcohol, las drogas y cualquier porquería, engrandecían lo más ruin del ser humano, del no ser peruano.
¿Y así se quejan “esos” de los demás? ¿Y así quieren ser “esos” los nuevos congresistas, alcaldes o líderes de una nación desmoronada en la podredumbre? ¿Es éste el Peru de tus amores?
Les dejo una canción de un grupo mexicano que refleja muy bien varias señales de podredumbre: