Lo más tonto que alguien puede decir es: “pero ¿para qué sirve la Defensoría?, no pasa nada con quien pongan allí”, porque bajo esa misma premisa podemos afirmar “pero, ¿para qué sirve el Congreso?, no pasa nada con quienes estén allí”, y no es así, ni para la Defensoría, ni para el Congreso, que si se comparan, el Congreso pierde por goleada de insultos, desprecio y rechazo, por si acaso.
La Defensoría es una institución que de repente no te gusta, que tal vez no te sorprenda mucho, pero si alguien observa con prudencia y detenimiento la evolución de la Defensoría del Pueblo, no puede negar que es una especie de telaraña que se va tejiendo, extendiendo ampliamente en el país, en especial con profesionales jóvenes. Es una institución con más de 113 millones de soles de presupuesto este año y se proyecta al 2024 con 150 millones de soles, con un crecimiento de oficinas descentralizadas a 55 (de 40 que tiene hoy) y que cubrirá con delegados de su estructura, todas las provincias del Perú, con temas que silenciosamente impactan, con una cercanía estratégica a los más olvidados y los más abandonados en sus derechos humanos por ejemplo. Mucho cuidado con no saber el ámbito de operaciones de una institución como la Defensoría del Pueblo, que no es rechazada como sí lo son la Policía Nacional, el Poder Judicial y repetimos, el Congreso de la República.
Alguien decía que ni uno solo de los defensores que han ejercido ese cargo, ha impactado durante su gestión, tremendo error. El defensor no tiene un rol de protagonismos como sí los tienen otros cargos de cercano o mayor nivel (para el conocimiento de los entendidos). La Defensoría del Pueblo es protagonista y tan cierto resulta, que solamente en el 2022 ha atendido cerca de 140 mil casos, ha recibido a casi 127 mil recurrentes (61,755 mujeres y 63,897 hombres) y a 1,341 organizaciones. Los ha escuchado, recibido, acompañado y atendido. Ha hecho siembra y ahora, la extrema izquierda, la organización que cubre a las fuerzas de la subversión por ser parte de la misma, ha tomado el control de la Defensoría.
¿Existe un sentido de angustia? Cerrón y sus cuadros de odio, ideológicamente activos para diseminar sus acciones de formación de cuadros y distribución de militantes, cuentan con un aparato de manipulación muy poderoso y eso, no se puede tapar minimizando el daño que se le hace al país con el nombramiento de un tinterillo y aliado del extremista Cerrón, que no camina solo, ya que detrás de él se encuentra la oscura brigada cubana de agitación y movilización.
Pero así estamos en el Perú, “como siempre peor peor”, angustiados por todo, arrebatados por nada.