Me dicen que debo ser “más elegante y menos vehemente” con mis opiniones, porque los corruptos no han querido ser eso que los caracteriza, sino que cayeron en cosillas de dineros públicos o beneficios ilegales porque se los pusieron encima, como que casi la tentación no se podía rechazar, como que hubiera sido una malcriadez decir no a unos cuantos miles o millones que vienen sin registro bancario. Y claro que atendiendo esos sabios consejos de gente que pasa opaca a veces por allí, respondí:
“Desde lo más profundo de mis sentimientos y creencias, entendiendo el sentido del respeto a mi patria y comprendiendo a cada pobre político o congresista que ha recibido fajos de dólares o soles encintados de forma no legal como retribución oculta por acciones irregulares, por unos “robitos”, pequeñísimos robos del dinero público a cambio de sus votos, tengo que decir con calma y suavidad que se pueden ir al carajo”. No digo lo demás, porque me ha subido nuevamente la presión y sería injusto morir por un infarto a causa de tan pobres almas congresales.
Indignos de todo, insensatos e incapaces, bufones llenos de soberbia que serán condenados por el país, han sido protegidos en una nueva alianza de “votos compensados” por otras votaciones anticipadas en un juego de “dame que te doy y te devuelvo” de lo más bajo, ruin y escandaloso. Pero como nos inundan en paralelo noticias diarias del protagónico cornudo del momento o la salida del closet de algún genio que se muere por decirlo, o tal vez hacemos RT por la nueva mascota de alguien “que es su hijo ¿ya?”, o se nos impone cada treinta segundos el tik tok del momento o vuelven a decir que el incremento del dengue es imparable y ya está en las calles de San Isidro y Miraflores (jugando con nuestros temores), perdemos el sentido ciudadano de nuestra ubicación para responder, para intervenir en las redes sociales, para expresar nuestra cólera e indignación por todas las atrocidades que hace el Congreso de la República, auspiciadas o en guion conjunto con el gobierno.
Por primera vez en mi vida creo que ese mensaje de los rojos que dicen “esta democracia, no es democracia”, resulta siendo una verdad inobjetable, lo que no quiere decir que ellos, los rojos, sean la respuesta o solución, jamás.
Estoy muy molesto, realmente enojado. Ojalá no se crucen por mi camino los pervertidos del Congreso, porque tendré que mandarlos al carajo y si alguien me acompaña, estaré muy agradecido.