Las noticias ya no se ven en los medios de comunicación, no se escuchan en las radios, no se leen en los periódicos, sino en el estómago, en la mirada triste y los bolsillos vacíos de más pobres y cada vez, menos clases medias que retroceden hacia la pobreza, condenadas siempre por el impacto de cuatro grandes problemas que no se enfrentan en el Perú: (1) Ausencia de Gobierno Central (2) Crisis total y violencia imparable (3) Pésimo manejo de la economía y (4) Corrupción e Impunidad sin precedentes.
La economía peruana decreció 1,4% en el primer mes del año 2023, cuando teníamos expectativas de superar el 3% para ir dando impulso a un objetivo de mejores resultados a pesar de todos los males que vivimos y siguen ahorcando a millones de familias y empresas. La desaceleración de finales del 2022, sumada como antecedente al pésimo manejo económico y financiero del gobierno ultraizquierdista del encarcelado ex presidente Pedro Castillo, ocasionó un desorden de tal magnitud, que todos los agentes económicos entraron en una especie de trompo, sin mirada de presente ni esperanzas de futuro a corto y mediano plazo. En el segundo mes del año, el PBI tuvo una variación mensual negativa -otra vez- de 0.87%. Esta es la segunda cifra negativa de manera consecutiva en este indicador y esto afecta a las familias porque significa una pérdida en el poder adquisitivo de los peruanos.
Los gobiernos de Castillo y Boluarte abandonaron a los ciudadanos y a las empresas, dejando que el caos, la anarquía, la violencia en las calles y el abuso desde el Estado y sus organizaciones criminales operen “con manos libres”.
El Perú necesita, requiere, es un imperativo que se tiene que lograr un crecimiento superior al 8% del PBI cada año, secuencialmente y de forma sostenible para que “el crecimiento” -palabra que se menciona de tan mala forma, que cuando se logra cifras vergonzosas de 1% se celebra el NO crecimiento– sea una realidad y no un sueño imposible de cumplirse.
Crecemos menos de lo necesario y ese pequeño aumento por debajo de lo urgente, es insostenible. Por ejemplo, el consumo privado fue uno de los motores del denominado mal crecimiento en el 2021-2022. Pero, esto se debió a que hubo un acceso extraordinario al retiro de los futuros fondos de pensiones que administran las AFP, al retiro de las Compensaciones por Tiempo de Servicios CTS y a las transferencias del gobierno central mediante bonos, subvenciones y programas de “créditos” muy mal planificados y con alto riesgo de no pago.
Pero ese mal llamado “crecimiento” es un maquillaje, es algo insostenible porque todos los meses uno NO va a retirar de su Fondo AFP 4 UIT –permitidas en algunas excepcionales ocasiones-, ni va a acceder cada mes al total de la CTS que retiró. Ese dinero que uno saca, no lo recupera, no “vuelve a aparecer como arte de magia”; se construyó, se ahorró en mucho tiempo de acumulación. Así es como se maquilla la inconsistencia del gobierno, con el ahorro de las familias, con la reserva de los trabajadores, con la pensión futura de jubilación que ya no se tendrá o será mucho menor (porque con cada retiro de la AFP el Fondo decrece y las pensiones de jubilación se determinan a mayor cantidad, mayor pensión y a menor ahorro, mucho menor pensión). ¿Eso lo informaron los gobiernos, el Congreso? No.
Es decir se obligó a millones de personas a perder el ahorro personal, familiar y de jubilación, para tratar de cubrir la ineptitud del manejo de la economía. Y con esos masivos, enormes y desbordados retiros de ahorros de la jubilación, del cese laboral y el uso de reservas, los gobiernos han pretendido mostrarse como “algo eficientes” siendo en realidad, pésimos gestores.
La economía peruana apenas estará bordeando entre el 1,2% y 1,8% en el 2023 de acuerdo con la proyección realizada por el Instituto del Ahorro y el equipo de análisis económico de la Fundación Minuto Digital.
Estamos en muy mal camino y ese mal camino se inició con el gobierno de Vizcarra, se mantuvo en stand by con Sagasti y sus pocos meses en la mirada vacía de lo que ocurría y se incrementó con el pésimo gobierno de Castillo y su segunda etapa, el de Boluarte, el que ahora huye de sus responsabilidades.
No se trata de ir en contra de los gobiernos, sino que los gobiernos van en contra de los ciudadanos y hay que ponerle un freno, una sanción y una condena a tanto atropello político, donde los causantes se abrazan sobre la desdicha de millones de familias.