Es inocultable que hay varias, decenas de organizaciones criminales de distinta especialización y actuación, creadas constantemente en el país para robar. Esas organizaciones no tienen límites en sus planes ni en el daño que ocasionan, pero están allí, siguen caminando, la impunidad es su sello distintivo para todos los crímenes en los que están envueltas. Gozan además, de una cobertura que era un secreto a voces: muchos medios de comunicación y muchísimos periodistas son ese enlace entre el que pide y recibe, o les sugieren que pidan y que por supuesto reciban, y para esa actividad de “enlace” que no nos cansaremos de señalar, están en planilla varios grupos desde los medios, viendo de dónde, viendo cómo y viendo sus nuevas cuentas de recepción de dineros mal habidos.
Una cosa es hacer lobby o gestiones en el marco de la legalidad ocupacional, el trabajo de asesorías o consultorías entre privados, para beneficios privados y rara vez, para beneficios públicos. Lo que aquí comentamos es la gestión perversa, irregular e ilegal para fomentar caminos de obtención de beneficios millonarios, destruyendo los beneficios públicos y los beneficios privados de otros actores que de forma legítima aspiran a ser o continuar siendo contratistas con el Estado.
Coimeros y agentes de la coima que desde centros de operaciones en barrios de lujo, son caras visibles de “decencia y moderación” para los incautos ciudadanos, pero en realidad, son máscaras de odio y perversión, porque son pervertidos los mayores delincuentes de la prensa y han sido descubiertos por periodistas que sin ser una maravilla en sus desempeños, son una bendición de honestidad en sus labores profesionales, al investigar, al dar a conocer, al entrevistar y hacer que caigan con sus propias palabras y mentiras, los representantes de las mafias que desde el periodismo nacional han hecho, como hicieron y siguen haciendo, que el Perú sea una mierda dominada por ellos.
No hay que dejarlos aparecer como testigos, porque no son testigos, son cómplices y hasta cabecillas de organizaciones criminales que usan la faceta del periodismo para enlazar a criminales de la política, con postores del delito y también, para organizar empresas de ese tipo de maniobras, enmascarándolas como zonas de expertos y gestores de crisis, mucha atención.
La madeja recién se está deshilvanando, recién estamos en la epidermis criminal que protege el interior, amplio y ajeno, de las listas sin codinomes de los periodistas que hunden una noble y ejemplar profesión, nunca antes tan maltratada como ahora.
Vivimos lo de siempre pero aumentado, aprendiendo que los rumores son verdades y las verdades, simplemente no existen cuando las tapan y maquillan ante tus ojos, las amenazas elegantes.
Imagen referencial, El mercachifle