Hay una frase que resulta contundente para nosotros: “Defender la Democracia, por frágil que sea, NO es defender a Dina Boluarte, a su gobierno o al Congreso”, al contrario, defender el sistema democrático nos obliga a señalar las graves actividades, acciones, contubernios, negociados, delitos y atentados contra nuestras libertades, que nacen y se hacen desde el gobierno y por supuesto, con increíble entusiasmo desde el Congreso de la República, dos poderes del Estado que han pasado a manos de diversas organizaciones criminales -muchas en verdad, enfrentadas y asociadas en algunos momentos-, para beneficiarse robando y en algunos casos, matando, ese es nuestro drama nacional, que así como con un ex presidente en cuyas manos están las vidas acabadas de más de doscientos mil peruanos -y no le pasa nada al asesino y su red del delito-, éste gobierno tiene mucho que aclarar en la violenta respuesta oficial que se generó, contra la también violenta protesta popular que fue manipulada desde diversos sectores extremistas que el gobierno no quiere identificar, acusar y procesar.
El gobierno, que tiene poco respaldo en la ciudadanía, pero goza del silencio y de la apatía ciudadana, hace lo que quiere para asegurarse desde los ministerios, contratos, asesorías, licitaciones y emisiones de Bonos Soberanos (aquí mucho ojo) hasta el 2026, en que debería entregar el poder a un nuevo gobierno que resulte de las siguientes elecciones presidenciales. Primera pregunta: ¿Habrá elecciones el año 2026?
La señora Boluarte y su alfil Otárola están desarrollando un impresionante lobby politico y mediático para seguir operando hasta el 2026, tratando de inventar una figura de aceptación popular con el rostro de Boluarte, una tarea poco menos que imposible pero que está rodándose con nuevos adeptos en los frentes de legalidad y legitimización de las acciones del gobierno… ¿A cambio de qué?
Pero no es solo este juego de naipes el que se baraja en la mesa de los tahúres, sino que hay un aliado de perfil bajo que domina el Ministerio de Salud, el Ministerio de Transportes y el Ministerio de Defensa: Martín Vizcarra. ¿Cómo así? Con sus tres ministros como ejes de gestiones que dan vergüenza y causan rechazo constantemente (dengue y corrupción, caos en transportes y corrupción, desorden institucional y corrupción).
Vizcarra es aliado de la dupla Boluarte-Otárola, es un hecho que hemos revelado desde el inicio de este pésimo gobierno. Además, juegan en pared congresistas de varias bancadas, estratégicamente dispersas porque ya no se puede identificar a partidos y representantes de partidos en el congreso, como cuando fueron elegidos, ya que cambian de camisetas como de monedas por billetes. Hacen juego de pared con los ministerios del lagarto.
Como pueden ver, la prioridad del gobierno es quedarse a como de lugar, no les interesa la forma o las acciones a ejecutarse; y la prioridad del Congreso es pactar bajo la mesa para también quedarse hasta el 2026, pudiendo haber dado de baja a este gobierno, ante el incumplimiento de Boluarte de renunciar si se vacaba a Castillo.
¿Qué panorama viene este mes y las primeras dos semanas de julio? La presidencia del Congreso, allí está el detalle de esta temporada de juegos sucios, porque hay 9 congresistas intentando ser presidentes y para eso se han reunido -cada uno por separado- con Boluarte y con Otárola, para contar con respaldo bajo la mesa y garantizarle a ella que no será vacada “mientras ella” apoye a ese candidato.
Las bancadas están en peleas internas y cálculos de votos antes de lanzar los nombres de su potencial carta, en donde hasta los “no agrupados” que entraron en diversos grupos (vaya contradicción en ese nombre de bancada) se creen con la fuerza que los lleve a dirigir la Mesa Directiva del Congreso desde julio 2023 a julio 2024, ¿Qué les parece?