La izquierda o las izquierdas de los mil rostros y mil nombres inventados que cambian como sus mil formas y mil traiciones -entre ellas mismas-, tienen un creciente y muy extraño comportamiento bipolar https://minutodigital.news/la-izquierda-bipolar-entre-la-terruqueada-y-el-caviarismo/ que las hace herirse por necesidad de lenguaje y actitud, ante la absoluta carencia de planes, ideas, propuestas y soluciones para el país en su conjunto. Son una “desoferta” y un “descompromiso” porque no se puede construir políticas públicas a partir del odio o del resentimiento de la ignorancia colectiva que los agrupa.
En estos tiempos por ejemplo, ya no se llaman marxistas, ni leninistas; es más, no saben quién fue Marx y menos aun, ni tienen idea de lo que hizo, escribió y maldijo Lenin. En esa rueda del sinsaber, inventaron una adoración ideológica a Mao Tse Tung (ni les preguntes qué escribió, cómo logró llegar adonde se colocó y a cuántos inocentes ordenó asesinar durante la feroz etapa del imperio del partido comunista chino, porque no han leído, jamás han estudiado, nunca han revisado la historia, ni siquiera la que sus camaradas escribieron). Pero si les dices “que son eso”, marxistas-leninistas-maoístas, es decir comunistas, van a evitar responder directamente porque ahora son progresistas, ambientalistas, ecologistas, de algún color de temporada como el morado por ejemplo, y también se dicen democráticos, transversales y hasta inclusivos, pero de ninguna se reconocen ni autoperciben “revolucionarios” o socialistas, porque el mundo sabe y conoce de las desgracias y crímenes que en nombre de las revoluciones y el socialismo han condenado a la humanidad.
Como ven, como leen, como se comprueba, las izquierdas de cárteles con sangre, no están contentas con su pasado, esconden sus fuentes, cambian sus nombres, inventan palabras y reniegan de todo. Pero si los que no son de ese “escondrijo” político les caracterizan con palabras populares, motes o nuevos apodos como “terrucos” o “caviares”, se sienten perdidos, inducidos al temor, más acomplejados aún y van a querer victimizarse y hasta pedir que sea un delito decirles lo que para todo el pueblo, ellos son: terrucos, caviares, sinverguenzas, ociosos, traidores, corruptos y lúmpenes impunes.
El “vertislumbrio” de la izquierda y su permanente “esesticidio” nos ocasiona humor hacia su creciente perturbación sentimental, hacia su rápida extinción neuronal, hacia su necesario viaje a la fosa del olvido. Y por eso, ellos o ellas o elles, como quieran decirse, no imponen cultura, ni educación, ni lógica mínima de razonamientos y en sus inventos de lenguaje, van cayendo bajo sus lápidas de nuevo tipo: fracasos electorales, desaparición de partidos, “fantasmagógicas” coaliciones y alianzas “puro humo”.
El “vertislumbrio” es una secuencia de su inconsecuencia. El “esesticidio” es su cauce mortal. Las izquierdas no van a regenerarse, no van a aceptar su destino, van a rechazar su eutanasia política porque son más de mil rostros “descarcajados”, más de mil puñales “intremisoñosos”, más de mil traiciones y cobardías con definiciones de nuevo tipo y mismo final: “catapulverizados”.
Aurevoir.
Nota de Redacción: Como es previsible una “fantasmagógica” reacción terruco-caviar, paso a señalar que las nuevas palabras contenidas en este artículo, serán promovidas en su momento ante la Real Academia de la Lengua Española por el autor, sin “vertislumbrios” ni “esesticidios” para no ser una “desoferta” y un “descompromiso” que nos haga ver “descarcajados” como las izquierdas, “intremisoñosos” como los caviares, o “catapulverizados” por los lectores. (Aurevoir, por si acaso, es en francés “hasta luego).