No puede existir ciudadanía activa, si los que dicen ser “ciudadanos” se han convertido en autómatas de la estupidez y seguidores de la ignorancia que domina -por el voto o a consecuencia de los votos-, el gobierno, el congreso, las regiones, las municipalidades y un inmenso aparato burocrático que hace del Estado algo así como un permanente y asqueroso ventilador de abusos hechos leyes, reglamentos o atropellos directos. Hemos autorizado que se nos imponga la imbecilidad de la política y les pagamos a los soldados de la corrupción y la impunidad por hacerlo. No queremos despertar de esta pesadilla que hemos comprado al contado y encima, seguimos pagando sobreprecio a plazos. No queremos mirarnos en el espejo de la realidad, porque nuestros ojos no observan el drama, ni advierten lo que sucede.
Somos el país del campeonato de lo que escribimos en redes sociales, no importa de qué, sobre qué, cuándo, cómo, dónde. Allí estamos y pensamos en lo estupendo que resulta por unos segundos que alguien, “o alguienes” nos den un like o tal vez, un comentario de respaldo. Y nos quedamos en eso, no trascendemos, nos quedamos “en stand by”, no nos damos cuenta del enorme potencial que construye una palabra, dos frases o más expresiones con sustento. No estamos haciendo la secuencia de la lucha por nuestros ideales, creemos que ya está todo dicho y en verdad, no salimos de la oscuridad donde nos tienen los políticos sinverguenzas que nos rodean con sus cuentos y mentiras.
No se trata de repetir lo que los piratas de la Democracia quieren que uno diga o haga, sino de callarlos, de cambiarlos -botarlos- y de condenarlos para siempre, porque el hilo de la madeja se ha vuelto una soga bañada en cera con vidrios y está apretando el cuello del pueblo, todos los días, a cada segundo.
El Perú es un país sin agenda política, sin rumbo económico… discutiendo estupideces en las redes, sin hablar, sin participar en los medios, mientras las izquierdas quieren de nuevo incendiar las calles, mientras las derechas se acobardan y no se separan de lo que les daña, mientras algunos se sienten y se sientan en el centro de la nada.
Hay una ausencia de esperanzas, existe un gran espacio donde tú debes de estar, porque las voces y los rostros del pueblo no son de oscuridad, sino del camino amplio, fuerte y seguro de la Libertad.