La degradación desde la política y hacia la política, es una señal de vanidad y soberbia que produce un daño inmenso cada segundo de nuestras vidas, penetrando constantemente en cualquier nivel de gobierno (local, provincial, regional, nacional) y siendo una carga que es aceptada y protegida por redes, por cárteles muy bien comunicados entre sí, dispuestos a cualquier trato o acuerdo que los potencie para el ejercicio de un dominio absoluto, a cualquier precio. Es una “marca” sobre los espacios de la ciudadanía que sigue callada, no impávida sino indiferente, no tolerante sino absurdamente en la otra vereda, como si hubieran saltado de ubicación mientras ocurrían los crímenes contra el país.
No estamos siendo imparciales, sino que nos sometemos a no hacer nada porque si lo hacemos, puede que estemos siendo invadidos de una carga de cólera, resentimiento, odio e iras manifiestas que no nacen en las propias personas, sino que vienen del virus tintineante de las izquierdas que en campañas millonarias, muy bien organizadas y subvencionadas por oenegés de distinta procedencia y malas intenciones, golpean con fuerza los oídos de millones para que se forme un sarro de maldades que sea un hilo conductor de más cólera, más resentimiento, más odio y peligrosísimas iras que están explotando desde el campo hacia las ciudades.
Intensamente y en todas las redes sociales y medios de comunicación, se repite la obsesión de promover el odio desde la política más ruin y salvaje que se haya visto, pero en este caso, hoy en día en el Perú, la fuente de la siembra del odio se hace desde los restos de fracasados partidos de izquierda, desde los frustrados colectivos comunistas que no producen nada de unidad y pretenden una representatividad, “empresas individuales” de políticos y políticas llenos de ideologías del fanatismo y doctrinas de la violencia.
Sobrevivimos en medio del impacto de una sociedad que está siendo envenenada por el odio y tenemos que poner un ¡basta ya! a las izquierdas, pero con palabra permanente, sin caer en el juego de ser otro odio en pelea.