Algunos países de América Latina parecen abocados a una permanente búsqueda de un mesías, un salvador que por fin los encarrile en la senda de la prosperidad y la paz. Desde la época de las independencias los experimentos han sido de lo más variopintos, desde líderes nacionalistas, pasando por comunistas, socialistas, liberales… y ahora en Argentina ha surgido una figura que abraza los principios libertarios. El triunfo de Javier Milei en las primarias argentinas ha supuesto un enorme shock en una sociedad que se ha definido por ese peronismo que han abanderado los Kirchner y sus aliados desde hace dos décadas.
El éxito de Milei responde al agotamiento de la sociedad argentina ante el crecimiento desmesurado del gasto estatal, la inflación desbordada y el fortalecimiento del crimen organizado y el narcotráfico.
Las propuestas del candidato peronista Sergio Massa y de Patricia Bullrich, candidata de Juntos por el Cambio, representan en este momento la continuidad de un modelo de acción del Estado que no ha podido mejorar las condiciones de vida de los argentinos.
Por su parte, Javier Milei se presenta por el partido La Libertad Avanza, que se define de ideología libertaria y centra sus propuestas en la reducción del Estado, la dolarización de la economía y la eliminación del Banco Central como forma de acabar con la inflación.
Cuanto menos Estado, mejor
Estas políticas responden al ideario clásico libertario ya que, según Milei, “el Estado solo debe proteger la vida, la libertad y la propiedad y no entrometerse en la vida de las personas”.
La propuesta de reducir el aparato estatal, según el candidato presidencial, se debe a que la idea de justicia social, con la que se fundamenta el cobro de impuestos y la entrega de subsidios por parte del Estado, es una aberración porque es un robo.
Siguiendo esta línea, en la presentación de su plan de gobierno Milei indicó que aspira a que en Argentina se llegue a eliminar toda la asistencia social, es decir, los programas públicos de salud, de educación, trabajo, vivienda, etc. para dejar estas áreas en manos de la iniciativa privada que, según él, entregaría los servicios de una manera más eficiente.
Asimismo, la labor que hoy realizan los ministerios de Salud, Educación y Trabajo quedaría dentro de una sola entidad llamada Ministerio de Capital Humano.
Todas estas propuestas han atraído a un 30 % del electorado argentino gracias a su radicalidad y la aparente respuesta que estas serían para la crisis en la que está sumida este país latinoamericano.
El planteamiento de que la iniciativa privada puede responder mejor a las necesidades de las personas no es nada nuevo. La diferencia con la propuesta de Milei estriba en la eliminación de las regulaciones que existen aún en los países con economías más abiertas. Sin duda, la aplicación del programa de gobierno de La Libertad Avanza en su totalidad representaría un shock que podría dejar a las personas más desfavorecidas sin el amparo de la justicia social.
Pese a que la teoría libertaria indica que la eliminación del Estado y las regulaciones haría más libres a los argentinos, es necesario preguntarse qué tipo de libertad es la que propugna Milei.
Filosóficamente anarquista
Sus numerosas apariciones en los medios argentinos son un buen material para comprender sus ideas básicas: “Yo soy filosóficamente anarquista, pero en la vida real soy minarquista”. Ese anarquismo al que se adscribe el candidato busca dejar todos los aspectos de la vida en sociedad al albur de la iniciativa privada, sin que existan regulaciones o entes que velen por el interés de la sociedad, porque, según esa doctrina, el mercado hará que todas las necesidades queden cubiertas.
Ahora bien, el minarquismo que Milei dice defender en la vida real es una variación de los principios libertarios por la que el Estado sí que tendría un rol garantizando la seguridad y la justicia, protegiendo así la propiedad privada, la vida y la libertad.
En un guiño a sus votantes más conservadores, el presidenciable libertario también se ha definido como provida, aunque aquí vale la pena detenerse porque a la vez también ha propuesto que la donación de órganos se convierta en un mercado más.
En manos del mercado
Según dijo Milei en una tertulia con el periodista Luis Majul, de esta forma no se estaría obligando a nadie a vender sus órganos, pero se abriría la posibilidad de que cualquiera pudiera vender uno de sus miembros sin que nadie pueda oponerse, porque, de acuerdo a la idea de libertad que maneja, nadie puede oponerse a lo que cada uno quiera hacer con su cuerpo.
Así, aunque Milei se define como provida, cabe preguntarse a favor de qué vida está si la integridad de las personas se pone en manos de la oferta y la demanda.
El fin de la política es la creación de las condiciones necesarias en la sociedad para que las personas puedan vivir y desarrollarse plenamente, y la idea de libertad que abandera Javier Milei establece que esto se puede alcanzar mediante la anulación de toda regulación, dejando la provisión de los servicios básicos, los bienes e incluso la vida en las manos de la libre competencia.
Pero ¿qué plenitud puede alcanzar una persona en un sistema en el que todo, incluso su integridad, queda expuesto al albur de mercados desregulados?
Nota de Redacción: El presente artículo es autoría de Juan Diego Molina Méndez, Graduado en Historia, Máster en Ciencia Política y Máster en Análisis Económico del Derecho y de las Políticas Públicas por la Universidad de Salamanca. Experiencia en administración de proyectos de Desarrollo Económico Local y programas de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Actualmente trabajando en mi tesis doctoral en el Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra. Interesado en Historia Política Latinoamericana y Estudios del Desarrollo.
Imagen referencial: Milei, cierre de campaña