A Pedro Castillo hay que agradecerle algo: que haya llegado al gobierno y nos haya demostrado el rostro agresivo, resentido, violento y degradante de las izquierdas del odio y de sus camaradas de las izquierdas bipolares -caviares-, en una mezcla perversa de rencores transformados en discursos de enfrentamiento y de actitudes de “falsos rostros”, donde usar un sombrero que nunca usó o hacerse el humilde trabajador, fue la peor imagen del representante de las izquierdas “unidas” que llegaron inexplicablemente al poder.
Los extremistas de Castillo y del partido comunista Perú libre, su partido, el antro de los sindicalistas del profesorado que dejó sin estudios por meses de meses a millones de niños peruanos, con sus extorsiones y amenazas a varios gobiernos débiles y sumisos, demostraron la escoria que los conforma, la ausencia de moral y de ética que los distingue entre la enorme miseria de sus actitudes y sus ofensas a la Libertad y la Democracia, desde cada momento que salieron a las calles a instalar grupos extremistas que sólo sabían bloquear ciudades, negocios humildes, mercados y carreteras, mercenarios que atacaban impunemente comercios e instalaciones públicas, en un clarísimo intento de imitar a sus referentes, el partido comunista sendero luminoso.
Sembraron más odios y en eso los caviares fueron sus ventiladores como siempre, tratando de usar desde el Estado en desborde, multimillonarios recursos públicos para seguir enriqueciendo a los que anhelan revertir el patriotismo e instalar lenguajes de perversión, de falsas identidades, de destrucción de la vida y la familia.
Hoy que no está Castillo y se encuentra la sucesora constitucional del mismo partido, Dina Boluarte, con las mismas ausencias de agenda, sin perspectivas de gobierno, carente de planteamientos y objetivos a corto y mediano plazo, los efectos negativos del desgobierno de Castillo ya se suman a los de la mala gestión de Boluarte y Otárola, que no son humildes en su actuación, ni convocantes de los que podrían ayudar a revertir tantos errores e indecisiones que están pasando factura. Le tienen miedo, como Castillo el golpista, a los que saben más que ellos, son mejores que ellos y no roban… ¿como ellos? No lo sé aún.
Las izquierdas que gobiernan y las izquierdas que le hacen la guerra, no tienen ni una sola propuesta de políticas públicas en favor de los más pobres, de los niños, de los trabajadores de los pueblos olvidados. Todo es provocar violencia y responder con violencia, porque las izquierdas del odio se van quedando sin discurso y sin respaldo popular.
Pero mucho cuidado, como decimos siempre en Minuto Digital Perú, porque la alternativa a la izquierda del odio, no es un centro de hipocresías jugando a un nuevo caviarismo o una derecha tímida y cobarde, compartiendo la mesa con los asesinos de la Libertad, con los piratas de la Democracia. Mucho cuidado con la izquierda bipolar, la que semuestra amable y dialogante, la que se mete en ministerios y cualquier cargo público para “ayudar y dar voz de experiencia” con sus iniciativas de reformas que siempre son un fracaso y un resquebrajamiento de las instituciones, porque su rostro no es el que vemos de día, sino el deformado que se oculta de noche, sangriento, voraz, cobarde y asesino, como su referente, el partido comunista sendero luminoso.
Imagen referencial: cuando la ultraizquierda selló su alianza