Una catedrática de la Católica tiene razón cuando afirma que no hay nada más machista en el gobierno, que el dueño de la pelota y jefe de la jefe de Estado, Otárola el molesto, el que interrumpe, el que somete con sus medias verdades, trampas y muchas mentiras, el que hace de los ministerios una red de tratos y compromisos con sus amigos y nuevos proveedores de la fábula que está armando con Dina, un libro de la telenovela que no le funcionó al lagarto y que ahora está en ejecución con la popular -dicen- “asesina”.
El Perú es una historia intermitente de absurdos, donde no existe “lo más absurdo” porque ese nivel o la categoría es ininterrumpible, amplia, extensa y contínuamente renovada. En tal sentido operan algunos gobiernos desde hace unos veinte años en especial, imitando la verdad con medias mentiras que se van maquillando a lo largo del tiempo, para que el impotente se vea como halagador de ensueño femenino, para que el incapaz sea visto anunciando el inico de algo, lo que sea, pero de algo que pueda ser usado como iniciativas en despegue. El efecto propagandístico es mejor que cualquier publicidad, porque el uso de la propaganda es una tarea subliminal que se inyecta en los cerebros vacíos y permanece allí, por largo tiempo, recuerden, como el peruano oprimido.
El mejor dicho de estas largas semanas es que ahora tenemos una nueva pareja presidencial que valgan casualidades, viene de herencia por el humalismo denigrante con el siempre molesto Otárola y viene también por la izquierda igual de denigrante, con Dina, la inquilina del molesto que le ordena todo. Es decir, cosito ahora es “cosita” y Nadine ahora es “naDina”. ¿Qué les parece? Bien a los tiempos del juego del calamar invertido, ¿O no es así New York?
Resumiendo: los anuncios y las decisiones tienen un mismo jerarca autoritario y enfadado siempre: el primer ministro, cuya vocera es Dina, la sumisa que pone cara de palo, pero es maquillaje desmontable. Dina no es presidente ni presidenta, es la ama de llaves de palacio, donde el dueño temporal duerme cama afuera. Ese es el drama del Perú, lo que crees que es, no es, no será, no podrá ser, porque resulta más fácil inventar escenas y finales que para algunos, solo para algunos, son felices.
Recuerden:
No por criticar, no por oponerte al desgobierno de la pareja presidencial, apoyas a la caviarada y a los progres, no es así. Tenemos un país al medio, un país que debe eliminar los extremos denigrantes, esa es la tarea ahora.