Gentes enfermas, miasmas de la política, activistas del odio y de la más aberrante secuencia de un mal llamado resentimiento social que en realidad es “ira irracional sacudida hacia fuera, de los envidiosos y odiadores, para demostrar intenciones de venganza por que se les ocurre, lo que se les ocurre” y hacen de esa forma de discurso, una agenda de violencia y agresiones imparables, porque si existiera justicia y represión al delito, se acabarían estos chillones de alquiler, estos mercenarios de centavos, estos “tantos tontos” que sirven, se venden, a los manipuladores dirigentes de las organizaciones criminales de las izquierdas asquerosas que maltratan la verdad para imponer la vulgaridad de las mentiras, porque las mentiras son producidas por las calañas de los estropajos, las telarañas sangrientas de extremos que se hacen voceros de opciones que nadie busca ni quiere, sino que son gritos impuestos como alternativa a la angustia de conquistar esperanzas.
Cicatrices provocadas para dejar una marca como tatuaje, heridas que no cierran, ilegalidad con excesos, ponle la identidad que quieras: porquería para dañar, esa es la palabra que define a las izquierdas del odio que pululan en diarios, redes, canales y emisoras de alquiler, porque no hay prensa libre, salvo dos o tres ejemplos de independencia y veracidad (lo que perdieron el Decano y “la voz del Perú”).
La miserable escala de “valores” de las izquierdas del odio en el Perú, les lleva a festejar el asesinato de un ciudadano -que NO es un terrorista-, bailan sobre los cadáveres que les son ajenos porque son de gentes que piensan distinto a ellos -sólo por eso- , ríen sobre las lágrimas de los deudos cuyos padres lamentan su partida al estar sirviendo a las Fuerzas Armadas o la Policía Nacional, aplauden que un hijo pierda a su madre cuando corre angustiada en busca de auxilio, esa es la izquierda de porquería que vive de nuestros impuestos, que es caviar, que es progre, que es pro sendero luminoso y que se pica porque cree que la terruqueamos al decir la verdad, con la verdad.
El Perú necesita limpieza urgente, de esos escombros de inmoralidad y odio.