A fines de octubre, es probable que estemos viendo la oficialización, por parte del (JNE) Jurado Nacional de Elecciones, de veintiseis o más organizaciones políticas autorizadas a participar en las siguientes elecciones presidenciales y de paso, en las elecciones simultáneas que se realizan el mismo día, para elegir a los Congresistas que después nos dan asco y rechazo, pero no solo eso, luego vienen las elecciones de los 24 gobernadores y sus casi doscientos consejeros regionales, de cerca de 190 alcaldes y más de dos mil regidores provinciales y -agárrense- de alrededor de 1,900 alcaldes y 10,000 regidores en los distritos de todo el país. ¿Sabes de cuántos potenciales candidatos estamos hablando? De no menos de catorce mil candidatos por cada organización política electoral, lo que sumaría… ¡trescientos ochenta mil candidatos!
¿Te hablan de eso los medios de comunicación? ¿Te dicen algo sobre esa incontable cifra de aspirantes a vivir de nuestros impuestos? ¿Imaginas que para el 2026 ya no sean 26, ni 28, ni 30, sino 32 cárteles de la política con un total que supera los 448 mil candidatos, que si los sumamos a los comités de campaña, a cada grupo de intereses para usar nuestros impuestos, desde un distrito muy pequeño y alejado hasta el propio Congreso que organiza y dictamina leyes para esos grupos en pugna diaria, se pinta un escenario terrible donde los ciudadanos, es decir todos los peruanos que estamos asqueados “de la política y de los políticos”, nos enfrentaríamos a casi dos millones de personas que pugnan por seguir esclavizando a la nación. ¿Se dan cuenta?
Y si se suman los “nuevos empleados públicos” que fueron contratados por sus afiliaciones partidarias, por ser familiares de los operadores políticos o por sus compinches elegidos, el cuadro ya no es terrible, sino de desgracia absoluta o cambio radical, no hay de otra. ¿Se dan cuenta? O se recompone todo, o nos vamos a la mierda completamente (no existe otra palabra para definir esto).
Entonces, frente a la extendida inseguridad y la delincuencia imparable, ante el empobrecimiento que sigue creciendo como la desnutrición y mil desgracias más, la gente se obsesiona justificadamente en buscar respuestas y gentes que les respondan, pero no hay ni un solo líder con temple a la vista. Por eso se dicen nombres de extranjeros -Bukele, Bolsonaro, Milei- como si se pudiesen “posesionar” en la mente y cuerpo de algunos hipócritas ilusionados con ser presidentes (entre 26, 28, o 30 y tal vez 32 candidatos a ser o alcanzar ese cargo).
¿Saben qué? Pongámosles un reto a los políticos de la actualidad, esos que sueñan tener en twitter miles de seguidores (pagados o como sea, pero que no les comentan ni respaldan nada a su favor, lo que es un síntoma contradictorio). Hagámosles la pregunta de rigor, de campaña: ¿Cómo derrotarán ustedes la delincuencia de la calle, si la protege la delincuencia de la política?
Sólo eso, por ahora.