El primer ministro es poco más que un caradura y lo refleja con experiencia, con rostro de maldad y palabras que pretende que se escondan para aguantar su vanidad y no verse muy sobrado o pedante, ensimismado en lo que solamente él ve o cree ver, un mundo paralelo, un mundo irreal, un mundo para él, un mundo donde evidentemente no estamos los peruanos porque sobramos en sus planes.
El gobierno vive una realidad inversa a la que sufren los peruanos. Vean ustedes: según el primer ministro, hoy tenemos “un gobierno que hace cosas que nadie hizo, un gobierno que toma inicitivas”. Eso no es verdad, eso es mentira. El gobierno no hace nada bueno por el Perú, las evidencias son la mejor prueba:
- Economía en recesión
- Producción en retroceso o estancada
- Violencia imparable
- Delincuencia incontrolable
- Incompetencia ministerial
- Incremento de la pobreza
- Educación en crisis total
- Desborde del Estado
- PBI estimado en cero para el 2023
El gobierno superpone lo intrascendente, para priorizar sus gustos (viajes inútiles, paseos de inspección sin verificación ni compromisos de acción, sobrevuelos fotográficos de la ciudad, entrega de diplomas y medallas). El gobierno huye de las responsabilidades que la Constitución Política del Perú le impone para que cumpla con sus deberes y obligaciones.
El gobierno no gobierna, está siguiendo una agenda privada de intereses políticos para impulsar sus propios planes y felizmente -por un lado- está fallándose a sí mismo. La señora Boluarte no tiene futuro, el señor Otárola tampoco y ambos, cuentan con la animadversión de todos los grupos de las izquierdas que con sus oenegés aliadas, no se cansarán de tenerlos en la mira, como un reemplazo del ataque que han efectuado por más de veinte años a Fujimori y Montesinos, pero a ellos, a Boluarte y Otárola (la pareja presidencial), por los siguientes veinte años por venir. Y no sólo eso, porque en la derecha no ven ni con el más mínimo agrado a los cómplices del nuevo desastre nacional.
¿Qué les queda? Seguir con el clan de Vizcarra, el de Acuña, el de Luna y el de los rezagos Humalistas que sembró en su momento Otárola. Ese es el desenlace que se les viene y frente al cual, inexplicablemente, nadie se pone al frente para reconducir al país.
Estamos peor que antes, pero con peores perspectivas, como siempre.