Los viajes de Dina Boluarte son un fracaso rotundo. Aparte de su obsesión por aprovecharse del avión oficial, la mayor responsabilidad recae en su Canciller, la inepta Ana Gervasi.
Constitucionalmente en ausencia de la titular debiera asumir el despacho el primer vicepresidente pero Castillo sigue preso por golpista y Cerrón está prófugo. Por tanto la señora no debería salir, aunque gracias a la cohabitación con un Congreso corrupto rige una ley inconstitucional que permite el gobierno a control remoto.
El viaje a Brasil para una reunión amazónica tuvo como resultado una foto circunstancial con Lula, el cabecilla del Foro de Sao Paulo que conspira contra el Perú. Por lo demás Dina fue protocolarmente maltratada y con ella el Perú.
El segundo viaje a la Asamblea General de las NN.UU. fue estéril, igual que las reuniones con empresarios norteamericanos ante quienes pocos meses antes (en la era Castillo) ella misma había despotricado del sistema democrático peruano.
El tercer viaje fue un irrelevante paseo por Alemania: terminó recibida por un presidente federal decorativo y el alcalde de una ciudad que no entendía quien era la dama. Siguió la visita a El Vaticano donde solo hubo una foto forzada con Francisco, quien hizo mala cara a una intrusa que es su enemiga ideológica. Azarosamente el avión presidencial rescató a menos de un tercio de los peregrinos varados en Israel porque la mayoría fueron auxiliados por países vecinos.
Finalmente está el viajecito a EE.UU. para una reunión de jefes de estado inusitadamente convocados por Biden, quien no se reunió bilateral y oficialmente con Dina pese a que ésta hizo anuncio oficial de la cita. Resultado, la ridícula foto de un anciano que no sabía a quien llevaba de la mano.
Pura frivolidad que pagamos los tributantes peruanos. Pésima planificación, diplomacia improvisada y responsabilidades no asumidas por una inepta Canciller, quien pretendió sorprender a la comisión de RR.EE. del Congreso con mentiras cuando debe un informe al pleno para ser censurada.
Torre Tagle anda como la mona como muchos ministerios comandados por Otárola. Ana Gervasi no tiene la calidad profesional ni la calidad funcional para encabezar la diplomacia peruana cuando el país está en crisis interna y rodeado por múltiples acechanzas internacionales. Por irresponsable no debe dejársele renunciar, sino echarla del Ejecutivo con dureza porque solo humilla al Perú, perjudica la imagen del país y atenta contra una tradición diplomática que es incapaz de honrar.
Nota de Redacción: El presente artÍculo publicado en el Diario Expreso con el título “Ana Gervasi debe renunciar” fue escrito por el destacado periodista Hugo Guerra, quien exigió que se cumpla una demanda nacional (la destitución inmediata de la Canciller), pero la cobardía del gobierno de la torpe izquierda fue responder con una renuncia que jamás borrará el agravio a la Nación y el desprestigio a Torre Tagle.