Durante muchos años, los titulares de los medios de comunicación y las noticias “más importantes” han sido las referidas a un transeúnte atropellado, el robo de un vehiculo, el asesinato de un abuelo por sus hermanos, la sustracción de joyas, artefactos eléctricos y dinero en las casas, invasiones de terrenos por pobladores sin propiedad para tener una vivienda, sequías y lluvias, inundaciones y temblores… hasta que vino el tiempo de la subversión comunista y las cuatro primeras páginas y las dos primeras horas de todos los medios de comunicación escrita, radial y televisiva eran un resumen diario del terrorismo, de las muertes que ocasionaban y del odio que impregnaban con sus acciones complementarias… hasta que vino un tiempo o un espacio en amplitud de “recuperación y esperanza” donde los ajustes reordenaron las vidas y la economía, regresaron y aumentaron las inversiones, la gente creía en sí misma y generaba emprendimientos en casa, en familia, con los amigos… hasta que ese tiempo tan corto, se convirtió en la farandularización de todo, de la política convertida en comicidad, de las noticias narradas con falso humor e improvisados que se reían de sus colegas y sus pésimas bromas, del deporte alcoholizado en los cabarets y burdeles, del arte hecho mueca de iditoteces, de todo hecho mierda… hasta que vino eso que se los medios denominaron reformas, elecciones y “nuevos partidos” junto a los viejos partidos que se iban apagando o eran invadidos por nuevos caudillos, que consiguieron llegar o acomodarse al poder que era fruto de las etapas anteriores (una buena, las demás malas) … hasta que vino el oelaje anómalo de la intensa corrupción y la increíble impunidad que ahora nos hace ver a otro lado, ni siquiera de costado, al otro lado.
Y vivimos unos y sobreviven otros, en un basural que contiene algo que se pudre tanto que nada lo hace oler mal (el Congreso), algo que se corroe y daña a diario (el gobierno), algo que es infausto e intolerable (el poder judicial), algo que increíblemente legitima y legaliza el que los peores tengan reemplazos en otros que son mucho peores (el jurado de elecciones), algo que incentiva el morbo y lo absurdo como si fuera “lo natural” (los medios de comunicación) y algo que es decepcionante (la ciudadanía callada).
Estamos fregados. Y es verdad -lamentablemente- que este drama tan común es parte del horizonte y del espejo de la realidad, es algo tan común, como recoger los desperdicios, pero no puede ser común que no los botemos. Estamos fregados.