“¿Creerle a un político?… mejor le creo al diablo o a un ladrón, ellos por lo menos cumplen su palabra: Uno te lleva al infierno y el otro te roba, eso lo sabes, inclusive estás advertido cuando el diablo se anuncia o cuando el ladrón te dice ‘esto es un asalto’; pero ¿A un político? A esos no se les puede creer nada”
Juan Engatusado y Clara Estafada son parte de la inmensa comunidad de víctimas de un país que teniendo desbordantes recursos humanos y riquezas naturales, va camino -nuevamente- a la pobreza para todos, una especie de maldición que rebrota cada veinte o treinta años, peor que un virus que no se quiso combatir, porque a quien se iba eliminando era a los ciudadanos mayores, a los ancianos de preferencia, mientras los asesinos se vacunaban antes y cobraban después de las muertes ajenas.
¿Cómo así puede estancarse y hasta retroceder -sin que nadie haga algo- una Nación que superó ampliamente todos los indicadores de extrema pobreza y logró regenerar una pujante y emprendedora clase media que estaba consolidándose progresivamente con sus propios esfuerzos?
Es que la tribu de los políticos estaban cansados de ver y escuchar el éxito ajeno y se preguntaban indignados: «¿Cómo es posible que haya menos pobres, menos gentes buscando trabajo, menos protestas y más casas, más edificios, más negocios, centros comerciales modernos e impresionantes y más autos nuevos y más colegios privados, y más progreso y desarrollo para los que no queremos que mejoren en sus vidas y nos sigan manteniendo como sus Ministros, vice ministros, Congresistas, Alcaldes, regidores o gobernadores regionales?»
Entonces, frente a la realidad que señalamos, de progreso y desarrollo que estaban construyendo millones de familias -con su esfuerzo, nada del Estado, menos del gobierno-, los grupos extremistas de las izquierdas primero, y los demás grupos políticos luego, comenzaron sus campañas de odio, violencia y agresiones por todos los medios y desde casi todos los medios, buscando cualquier pretexto para incentivar el enfrentamiento contra el éxito, cualquier éxito, así sea una bodega que se va ampliando o un taller de costura que ahora tiene más mujeres trabajando.
No les interesa nada a los políticos y como no es estratégico ahora hablar de lucha de clases, sino de lucha contra todo lo que puede darle fuerza al éxito humano, familiar, empresarial y como país, las izquierdas en especial, mediante sus ONGs y aliados arman rompecabezas de slogans y denuncian «daño ambiental irreparable», «uso de agua potable para la industria», «chatarra a precios elevados en vez de alimentos baratos», «el hombre es despreciable, los nuevos géneros están a tu alcance», «hay que masificar el matrimonio del mismo sexo y dejar de lado ese concepto aburrido de familia tradicional», «dejen a la pedofilia en paz, es sexo consentido», «las iglesias deben cerrarse, los prostíbulos no», «basta de ahorro individual, colectivismo para todos», «propiedad privada no, privativa del Estado, sí».
Pero sucede que un país extraordinario y grande, no puede escuchar esos aullidos y menos permitirlos. Una nación poderosa no puede mantener su corazón herido para que fluya el odio, la venganza política, el resentimiento atroz de los eternos dirigentes de las izquierdas del odio o del mercantilismo enfermizo, que apartan a los auténticos representantes del pueblo en la conducción de su propio destino.
Sin embargo, hoy en día van más allá: con sus aliados y desde el gobierno nos dicen como otorgándonos un favor, que gobernarán hasta el próximo 28 de julio de 2026. ¿Les creemos?
Veamos: En principio no se trata de creerles o no, sino del cumplimiento de una norma constitucional. Tienen que irse y punto (pero si fuera antes, sería mejor).
Sin embargo –otra vez, esa es la palabra clave-, la estrategia «me voy,…pero» se ha extendido en paralelo a «no seré candidata, mi primer ministro tampoco…pero».
El problema es que esos del «no seré candidata o candidato» son del mismo gobierno que dice «me voy, pero», mientras inundan pueblos del interior del país con afiches y fotos que se están repartiendo dicen anónimamente y que tienen la fotografía de la actual presidente y las frases peronistas “te está ayudando” «nos cumple» “mamá del pueblo”, las palabras transformadas ahora, que usaron los argentinos para crear una secuencia de propaganda hacia Juan Domingo Perón… para facilitar su retorno o la continuidad de sus iguales, para que vuelvan los peores.
¿De qué se trata toda esta novela?
El gobierno y sus aliados van a dejar las riendas del poder en julio del 2026 obligados por las disposiciones constitucionales al respecto, de eso no hay duda por ahora, aunque ellos quieran quedarse arguyendo otra pandemia, una nueva guerra contra el terrorismo renaciente e incontrolable, o inventando resquicios legales, interpretaciones de último momento junto al Tribunal Constitucional o los asesores alquilados que les amparan en todo lo injustificable, como eso de salir la presidente del país, en abierto incumplimiento de la Constitución Política del Perú.
¿Qué va a suceder en el escenario “Otárola es el 2026”?
Que quien sea electo tendrá tantas ataduras, tantas limitaciones, tan poco manejo financiero, que haga lo que pretenda, nada bueno logrará. Por eso están sembrando una deuda que sigue acumulándose y compromisos asfixiantes en lo económico, político, laboral, social, ambiental… en todo. Son tan brutos, no hay otra palabra, que por pensar en no permitir la secuencia democrática con personas de otras ideas y valores, colocan explosivos donde ellos mismos pueden terminar siendo víctimas de su maldad.
En ese cuadro de manos atadas, el desborde del Estado y la crisis popular aumentarán y el aparato de propaganda se activará con: «mamacha cumplió», «el pueblo pide» y la ola «regresen» es tan factible, tan dispuesta en la mesa del alquiler de voceros a bajo precio… que regresará si se lo permiten, previa renuncia de los frustrados (o fracasados). Pero ojo, no será por fruto de la voluntad popular, sino del manejo turbio de los procesos electorales (en un nueva suma de alianzas políticas y financieras).
¿Es posible todo eso, no es algo irracional y a la vez, de cuento?
Es perfectamente posible, porque la política es hoy el arte de lo irracional, la novela hecha cuento y el cuento convertido en estafa aceptada que se vuelve real en el daño para sus víctimas: el delito es la espina hiriente que compran felices los pueblos en una democracia falleciente (una contradicción populista, para aceptar el suicidio electoral tradicional entre “es lo peor” y “es mucho peor”).
A eso, mis queridos amigos y no amigos -porque enemigos sólo los tiene el gobierno-, a eso apunta la «tripartita» de la pareja presidencial Boluarte-Otárola + eterna prensa servil + complacientes encuestadoras de alquiler, todo bajo el dominio de los clásicos mercantilistas, ustedes los conocen.
Epílogo: En el Perú, al asesino y a la asesina no les cabe más sangre en las manos ni en sus rostros de dureza implacable, miradas que quieren explotar para decir “fusílenlo”, “disparen”, “acaben con esos”. Están aguantados porque no les queda otra explicación que decir con la sinvergüencería más grande del mundo que todo lo hacen por amor al país y que si su sacrificio merece condena, darán la cara (cosa que nunca hacen los caraduras).
Hoy, es posible que no creas lo que te digo, mañana, es posible que los aplaudas inconscientemente a ellos, como lo estás haciendo hoy. Pero no importa, te entiendo, es tu bolsillo con huecos y tu mente con ambiciones, no con aspiraciones; así es el Perú y así seguiremos escribiendo desde esta ventana de la Libertad, porque siempre habrá una esperanza que nos una y un país para vivir en Democracia.
Ricardo Escudero