Pasa y sucede, ocurre y te lamentas, cumples por obligación y reniegas en tu soledad que está inundada de ausencias solidarias: eres un “paga impuestos”.
En el Perú, tomemos una etapa desde el gobierno de la señora que no caminaba derecho, o sea Nadine Heredia y su esposo, al que lo hicieron juramentar como presidente y parecía culaquier cosa o cosito, menos un presidente, para recordar que en el Perú hay una secuencia imparable, parasitable en realidad, de imposiciones legales y tributarias que nos ahorcan en el boslillo en el presupuesto familiar cada día, a cada segundo.
Esa secuencia, es consecuencia de permitir el abuso del Estado, el desborde del Estado en nuestras economías familiares. Ese daño, cada año, lo hacen tanto el Congreso como el gobierno central y se suman a ellos en segunda línea, pero en primera cercanía, las municipalidades, que incrementan los costos de los arbitrios (parques y jardínes donde no hay ni parques ni jardínes, alumbrado público donde las calles son oscuras y tenues las esquinas, serenazgo donde aumentan los robos y asaltos a las casas, limpieza pública donde los recicladores son más eficientes que el contratista distrital que recoje las bolsas acumuladas días de días) y encima de eso, piden esas municipalidades, que el impuesto predial sea más y más fuerte cada año, como si la propiedad no nos hubiera costado años de sacrificios para que nos sigan pidiendo un pago adicional siempre, impuesto que ya debería de haber concluído, como ocurre con los autos en el impuesto al rodaje por ejemplo (y por eso, el impuesto predial no debería existir por ser un castigo al esfuerzo).
Es decir -repito-, castigados por el Estado, por el partido político que está en el gobierno, por el poder ejecutivo que es la alianza del partido político que está en el gobierno -en alianza- con otros grupos políticos de intereses contrapuestos, que carecen de gestores y de talentos en la administración, los ciudadanos también somos presionados innoblemente por los gobiernos locales que aumentan costos y planillas sin ningun sentido ni retribución de servicios. Eso es una imposición inconstitucional, pero, se trata de una práctica insensata que nadie reclama sea suspendida, porque es la caja del gobierno y de los que aspiran a ser gobierno y por eso callados siguen, callados y cómplices seguirán.
Como ven, no es algo extraño que los funcionarios públicos no elegidos, te ordenen lo que ellos quieren, en contra de tus derechos (y que debas aceptarlo).
¿Y quién es el principal culpable de toda esta situación? El Ministro de economía, un artista del bolsiqueo, que sin censura ni condena, es nombrado para ser un ejecutor del empobrecimiento de las familias peruanas.
Entonces, para evitar esta secuencia de la inconsecuencia, ¿No debería ser el Ministro de economía, alguien realmente capacitado para lograr que las familias inviertan sus ingresos en sus propios proyectos y sueños, en vez de ser expropiados sus salarios para un Estado improductivo? ¿No debería haber un solo impuesto, igual para todos, que haga que el combustible de nuestros esfuerzos, permita funcionar la maquinaria de un Estado eficiente al servicio de los ciudadanos y no al revés?
Esta es una tarea impostergable: menos impuestos y más resultados, menos Estado y más sociedad, menos políticos y más ciudadanos, menos odio y más nación.