Todas las mañanas, no muy temprano, pero todas las mañanas, una horda de operadores virtuales de las izquierdas del odio se empencinan en las redes sociales por atacar lo que les han ordenado destruir. Puede ser que tengan en agenda de cumplimiento de su guerra, provocar enemistades, incentivar peleas, tratar de argumentar frases para que un proyecto minero sea visto como un atentado al medio ambiente, sacar de contexto un acontecimiento y ponerlo en otro escenario para afirmar -sin pruebas- acciones que jamás han ocurrido…
La imaginación de la ofensiva de las izquierdas del odio tiene varios núcleos de operatividad. Estos nacen en las oficinas de algunas oenegés, en las aulas de universidades privadas donde se juntan académicos de quinta a escandalizarse por cualquier asunto de interés “de ellos”, en los “estarbacs” que atienden horas de horas -por un solo vaso de café- a vagos y vagas de pensamiento, que enfundados en sus “Mac” o lo último en equipos de cómputo portátil e inclusive sus “IPhone” muchas veces pagados por el Estado, por sus consultorías o asesorías millonarias que siguen esquilmando a los pobres, se dedican a pensar en la posición que optarán ese día para hundir a quien sea, como sea y al costo de las palabran que sea útil disparar en redes.
Es común que tengan un cuadro variado de objetivos para atacar: políticos adversos a las izquierdas del odio, periodistas que no se casan con la corrupción caviar que ha heredado el discurso del odio desde Susana Villarán, empresarios de sectores los estratégicos de la economía, potenciales candidatos a la presidencia de la República (que no sean comunistas o sus derivaciones), ciudadanos que en sus tuits y publicaciones de Instagram, Facebook, Tik Tok o canales de Youtube desnudan la bipolaridad de las izquierdas del odio y las ponen en el cadalso para que ellas mismas apliquen su condena…
Y de tantos “obejtivos” o momentos de ataque, el que domina la imaginación diaria de las izquierdas del odio es sin lugar a dudas “Alberto Fujimori”, una especie de fuente inagotable para insultar, una historia hecha una sola persona, con la cual se fabrican miles de frases que lo ponen por encima de los delitos y de los crímenes que la impunidad caviar (la del poder permanente) sigue operando con impunidad.
Pero tienen un gran problema al corto plazo: si algún día cercano fallece Alberto Fujimori, más de la mitad del discurso caviar desaparecerá. Por eso, hoy buscan nuevos guiones de odio, nuevos estandares de odio, que les permitan continuar en el odio y sacar provecho sucio de ello.
Como ustedes pueden comprobar, enseñar a odiar, es el trabajo de todo caviar.
Imagen referencial de paralelismo, Mural-by-Seth-Globepainter