Cansan pero no nos agotan, no nos vencerán. Ni ahora ni mañana, los comunistas y sus “soldadas”, o sus agentes y guaripoleras sembradas en los medios de comunicación, colocadas para pervertir la realidad y mostrar lo peor de nuestra sociedad como “ejemplo” del futuro que hay que aceptar, no van a lograr lo que les anima, a cambio de dinero sucio y contradicciones: hundir al país, destruir la frágil democracia, acabar con lo poco de institucionalidad que sobrevive.
Los medios son los principales culpables y en esa miserable acción, juegan en pared -cada quien en su silo-, el golpista Pedro Castillo, su vice presidenta y cajera Boluarte, el prófugo y jefe de la organización criminal Vladimir Cerrón y la multiplicidad caviar que anida en las oenegés, centros de “investigación” y en los ministerios, alimentándose del hambre ajeno y succionando el erario público con salarios injustos y prebendas aún más irracionales. Estuvieron alejados, pero ahora están revueltos en la misma miseria.
Ya pasaron los tiempos de mecidas, engaños, trampas y tramposos. El pueblo, al que quieren manipular eternamente, no es la mueca de los comunistas, no es la alcancía de donde van a seguir extrayendo el dinero que les gusta malversar. Hoy el pueblo, se manifiesta en las redes sociales y en las calles, cuantas veces sea necesario, para enfrentarse a “la miseria unida” de las izquierdas del odio y del resentimiento.
Esa unidad asquerosa de las izquierdas, que suma a los del sindicalismo retrógado de Pedro Castillo, con los ultraizquierdistas del prófugo Cerrón y de manera asolapada con “los convenidos” que rodean a Dina Boluarte y su pareja presidencial Otárola, juegan en pared para lograr que la tentación del dinero se haya renovado en los medios de comunicación que se han unido en un mismo guión y objetivo, para tumbar a la Fiscal de la Nación sin respetar el debido proceso y las garantías jurisdiccionales establecidas.
La alianza no escrita, pero evidentemente establecida, pretende darle libertad a Castillo, impunidad a Dina Boluarte, revocar el mandato de la orden de captura a Cerrón, inyectar dinero a los medios que se vayan arrodillando con sus viejos mermeleros y prontuariados comunicadores que la están pasando como si fueran luchadores por la democracia, sin serlo ni haberlo sido antes (fuera de cobrar por posar).
Hoy los estreñidos andan sueltos, aliviados, evacuando sus odios, pero han sido descubiertos en sus uñas pintadas, en sus rostros de caricatura y maquillaje. No les interesa el Perú, nunca les importó.
No pensemos ni les vayamos a creer a los manipuladores de los medios de comunicación que tenemos que escoger entre el retorno de Castillo, la continuidad de Boluarte, la irrupción corrupta de los caviares o el discurso de “los acomodados” de las pantallas. No será la máscara de la hipocresía, la opción que nos quedará como única salida, eso jamás.
El Perú debe y tiene que darle su “estate quieto” y su destino final, a los traidores de la democracia.