Las izquierdas no necesitan que les planten la mirada y les digan lo que son, porque entre ellas mismas se encargan de enlodarse y maquillarse, mediante un ida y vuelta inacabable que les permite odiarse y dejar de maltratarse, para luego buscar la eutanasia ajena, jamás la personal. Te inspiran a que seas el dueño de tu suicidio asistido, a fin que los demás, tus camaradas del mismo hoyo, sean los sobrevivientes. Eso es la izquierda, una matanza entre cobardes, un lío de comadrejas, una verguenza sin avergonzamientos.
Viven en un círculo de virtuosidad inversa -las izquierdas-, y por lo tanto, no salen de su asombro y se proyectan en el escombro, porque saben que van a languidecer y necesitan la sangre ajena, no importa si se encuentra contaminada, la necesitan y harán lo imposible por extraerla de sus camaradas.
No hay luchas sin victorias, se dicen en total contradicción porque nunca luchan, ni tienen victorias, sino arrebatos e imposiciones. No se dan cuenta que así como no hay robos sin delitos y no existen secuestros sin rescates, es imposible que se adopte a las izquierdas como una opción, sin que exista estupidez e irracionalidad, porque las izquierdas son deshonestas moral e intelectualmente.
No existe un solo país en el mundo donde las izquierdas no hayan robado, mentido o matado, para que sus protestas sean la catapulta que los lleve a algún nivel de gobierno. No existe una sola nación libre que no haya sufrido la tempestad del odio de las izquierdas o las complicidades del crimen más siniestro para sentarse por encima de las leyes, la razón y la verdad.
La izquierda y su terrible fábrica de mentiras “eficaces” ya no se impone a nada y a nadie, porque una ciudadanía activa se ha puesto a responder, ha decidido darle eco a sus propios pensamientos, ha hecho que sea el momento de ponerle una valla muy alta a las atrocidades que las izquierdas quieren implantar destruyendo la Libertad.
Hoy el mundo despierta con cautela y sensatez, hoy el mundo, está enterrando a las izquierdas del odio.