Patética es la persona que se siente dueña de todas las verdades y se niega a sí misma, en una especie de esquizofrenia intelectual que a nadie le interesa analizar o descifrar -porque nadie quiere perder el tiempo en estupideces-, sin embargo, hay que señalar esos mensajes y odios escritos, porque encuentran eco en personas sin visión ni cohesión propia, en los abandonados al resentimiento y a la pelea con todos.
Una -dicen y se dice- “periodista” ha gritado extenuada que los ciudadanos y sus familias tienen el deber de salir a las calles a hacer líos, a protestar y herirse, a ser heridos, inclusive a que los maten “entregando sus vidas a la causa que el pueblo” (¿cuál es esa causa, la de la periodista mercenaria?); y ahora, les ha ordenado esa vocera de la violencia, desde el altar de la estupidez, que no dejen de entregar su sangre y dolor propio, para que victimizados luego, sean rentables para ella y los caviares de la oenegés, y así sus llantos, pedidos, sacrificios y entregas…las del pueblo, no las de la periodista, alimenten el bolsillo de los dirigentes de las izquierdas.
Estamos en medio de las fuerzas del mal y las debilidades de la gente que se callaba antes, pero que despierta ahora valientemente para contraponerse, para reaccionar frente a las izquierdas del odio, para responderle a la miseria que proclaman los caviares y toda esa baraja sucia de los comunistas, socialistas, ambientalistas que promueven la extracción ilegal y contaminante de minerales, oenegeros y serviles de vida millonaria les acompañan por moda y placeres de perversión, porque todo eso es la izquierda del odio que genera rechazo y ahora se le rechaza y mañana, se le rechazará más.
Los susurros de la caviarada están desparramados y se huelen a lo lejos. Los panfletarios de las izquierdas han salido de sus alforjas vacías para tentar por nuevos billetes. Los alquilables se han ofrecido antes de tiempo para proclamar su disposición de hipoteca perversa. Periodistas que traicionan y se amariconan, han vuelto a suspender su enmudecimiento y gritan hoy una especie de insurgencia totalitaria para sacar provecho a cambio de otro tipo de indultos, excepciones y amnistías. ¿Ese es el escenario, no hay otro?
Mantengamos el estado de alerta y respuesta inmediata en las redes, en el trabajo, en la universidad y la familia, porque el veneno caviar se está esparciendo en ritmo de desesperación y tenemos que evitar que contagie y contamine a buenas personas.