Escribe, P. Manuel Tamayo
En muchos lugares de nuestro mundo contemporáneo existen políticos y gobernantes que sustentan sus intervenciones y actuaciones diciéndoles a todos: “el pueblo lo quiere” “hacemos lo que el pueblo nos está pidiendo”, “el pueblo nos ha elegido” “representamos la voluntad popular”
Por otro lado observamos, y nadie lo puede negar, que el pueblo ha sido manipulado y engañado con mecanismos de poder. Los poderosos, que mueven el dinero, han sido capaces de crear historias muy bien elaboradas y bien sesgadas para que el pueblo crea en la rectitud y honestidad de determinados políticos, que usan habitualmente discursos que persuaden a las grandes mayorías, pero que llevan “gato encerrado”. Las “cortinas de humo” de hoy parecen un volcán en erupción.
El pueblo tarda en abrir los ojos
Como ha ocurrido muchas veces, después de mucho tiempo, (en ocasiones: años), el pueblo empieza a darse cuenta de la realidad. Habían votado en las elecciones por lobos vestidos de oveja, y a pesar de claras evidencias, muchos continuaban en la inopia con una actitud indulgente y a la vez ingenua.
A pesar de sucesivas experiencias el pueblo tarda mucho en aprender, las historias se repiten y se vuelve a caer en lo mismo. Lo peor es que con el tiempo las mentiras se hacen cada vez más grandes y el daño se extiende por todas partes como un huayco que destruye por donde pasa.
Los cuentos de los poderosos
Políticos y mediáticos nos cuenta cuentos para poder gobernarnos y adquirir del pueblo la “patente de corso” para sus grandes “negociados” que nos tienen esclavizados con sistemas corruptos que son una continua agresión para la ciudadanía en general.
Cuando las cosas no funcionan todo se paraliza y se cae en el caos más absoluto donde las grandes mayorías son las que siempre pierden con las ilícitas ganancias de unos pocos.
Muchos de los que ahora tienen “la sartén por el mango” son los que se han hecho con el poder entrando por la puerta falsa. No quieren soltar lo que creen que han “ganado” porque desean seguir teniendo más oportunidades para beneficiarse y buscan, por todos los medios, tapar sus ilícitas gestiones para que no aparezcan los entuertos; no tienen escrúpulos en ofrecer prebendas para que no los delaten y así poder gobernar con la complicidad de los que han recibido la “mermelada”. El destape sería para ellos: cárcel segura.
Son los que a menudo nos bombardean con extensas cortinas de humo para que no se vea la trampa que los beneficia y nos olvidemos de las triquiñuelas que han manejado para obtener el poder que sustentan. Lamentablemente en esas circunstancias siempre se producen situaciones donde justos caen por pecadores.