Que son perversos, violentos, agresivos e hipócritas, con una soberbia y vanidad interminable, es cierto; que son insistentes e intolerantes, racistas y mil rostros de maldad, es verdad; pero entre tantas virtudes o algo así que pueda llamarse a su negativismo militante o de mala entraña, siempre las izquierdas del odio “están y siguen” como un tintineo inacabable haciendo daño, inventando lo que sea para armar una pelea o dos, o tres conflictos o más, con tal de sentir que respiran y ahogan a los demás. Su “cuota” y activismo está centrado en desencadenar violencia, resentimiento, odio e ira constantemente porque andan en la búsqueda de un nuevo dicurso, una agenda propia que congregue y aglutine, pero no lo logran, carecen de convocatoria y atractivo. ¿Porqué?
Las izquierdas han caído en una “bipolaridad política” donde niegan temporalmente la lucha armada y la lucha de clases, reniegnan del apellido marxista-leninista, se esconden si los relacionan al maoísmo y toda expresión derivada de “nuevas formas de interpretación” del “ahora, el antes y el después”. Ya no son ni materialistas históricos ni dialécticos de la naturaleza. Son crisis hacia dentro, sin ideas, sin propuestas.
Frente a ese escuadrón de moscas, reptiles, cucarachas y protozoarios, los ciudadanos, siempre divididos y siempre ilusionados con que vendrá o nacerá un salvador entre las aguas turbias, algo así como la voz de la última esperanza, no entienden que es el momento de la estocada final a las izquierdas del odio que nacieron siendo comunistas y que ahora se dicen frentesamplios, ecoloambientalistas, derechoshumanos y mil de cosas que suenan bonito, pero afean la verdad.
En el Perú del nuevo siglo de la oscuridad, como muy bien lo definió Ricardo Escudero en “Tiempos de sobra”, el inmenso daño de las izquierdas no sólo está en el terrorismo y las decenas de miles de muertes que ocasionaron los sendero-luminosos comunistas, sino que en los caviares y sus actos, reformas, sucias intromisiones y traiciones a la Patria, se encuentra el mayor deterioro moral, político, económico, social, educativo, judicial y cultural de nuestra historia.
Por eso, tenemos que decir que el 2023 se acabó, pero no el daño. Que el 2024 comenzó, pero sigue el daño y la Justicia está en medio de la obsesión caviar para tomar todo el poder.
Hay entonces, tenemos entonces mucho por hacer, mucho por fumigar, porque a las izquierdas del odio se les debe exterminar y enterrar para siempre.