Uno simplemente camina por el centro de las principales ciudades del norte del Perú y el estado de las pistas, veredas, desagues y poquísimas alcantarillas, drenajes o desfogues de agua de lluvias, está en las mismas o peores condiciones de inutilidad que en los años terribles del Fenómeno del Niño que tantos perjuicios trajo a millones de familias. El maquillaje es evidente, pero ante un Niño o Niña, no sirve de nada.
El estado de intervenciones con problemas de ejecución y paralizadas supera el 50% a fines del 2023 y a pesar de los anuncios de varias “autoridades”, el desinterés oficial crece, mientras siguen llenando sus notas de prensa con mentiras y excusas que nadie cree. Simplemente, no hacen nada, no rinden cuentas y se callan ante los reclamos de miles de pobladores que ven con mayor angustia que se acercan tiempos de mucho riesgo y retroceso para sus economías.
Pero además, la Autoridad de Reconstrucción con Cambios (ARCC) tiene a la fecha, alrededor de S/ 1,000 millones de soles impagos con las empresas constructoras, lo que es otra señal de desconfianza hacia el gobierno de Boluarte – Otárola y el pésimo ministro de economía que, otra vez, rebosando de ineptitud ordenó desde el MEF que se atienda apenas el 15% de esos impagos, condenando a varias empresas privadas a problemas contables y de cumplimiento financiero con sus proveedores y trabajadores.
Veamos algunos hechos puntuales. Los sistemas de alcantarillado por ejemplo, no se han diseñado para atender el gran volumen de evacuación que se requiere en condiciones de un FEN o de un crecimiento poblacional promedio. Por otra parte, algunas obras se han realizado, de acuerdo a denuncias de los pobladores, sin Estudios completos y complementarios y están tan mal proyectadas que desde el inicio han hecho colapsar los servicios de abastecimiento de agua o durante la ejecución de algunas obras de renovación de pistas y veredas (también mal ejecutadas), ha ocasionado que las empresas contratistas dañen las tuberías de agua y desagüe, así como los conductos de energía aléctrica y cableado de redes de comunicaciones.
Piura, Paita, Sullana, Tumbes, Chiclayo, Lambayeque -entre otras muchas ciudades importantes del norte del Perú- cuentan con pésimos servicios de agua potable, desague y alcantarillaje, inclusive no tienen un sistema integral de alcantarillas ni desfogues de aguas en caso de lluvias o aniegos por desbordes de redes de agua. Sin embargo, para las “autoridades”… ya saben, están trabajando y listos, pero para fugar.
Las obras en escuelas y centros de salud son para causar mayor asombro, porque existen desniveles que van a permitir una mayor inundación y no una mayor protección de la infraestructura y la evacuación de aguas de lluvias.
Las carreteras y caminos carrozables adolecen de espacios de estacionamientos de emergencia en casos de afectación a puentes por causa de desbordes de ríos o derrumbes. No existen zonas de resguardo para las poblaciones que puedan ser inundadas, ni para los usuarios de empresas de transporte que se vean aislados en sus desplazamientos. No se ha construído ni un solo helipuerto, ni se ha habilitado por lo menos pistas de aterrizaje para aviones de abastecimiento o evacuación de emergencia. Se carece de visión integral del riesgo en camino.
El sistema sanitario no ha previsto almacenes de medicamentos, unidades de atención de emergencias, hospitales de campaña y brigadas que ya deberían estar identificadas y preparadas para cualquier contingencia. Estamos como pueden apreciar en estos breves puntos que comentamos, en cero. Y lo peor de todo: no se cuenta con una red de comunicaciones (radios y teléfonía satelital).
Si se repitiera la intensidad de las lluvias, el norte del país colapsaría en menos tiempo que en el pasado.