Dina debe enmendar rumbos de inmediato. El Gabinete Ministerial debe ser recompuesto integralmente, incluyendo a Otárola, quien ya ha cumplido su ciclo.
La situación es crítica. Como muestra dos botones: Primero, el atentado en Ayacucho contra Boluarte demuestra un descontrol total después de que le robaran las armas a la escolta del hijo de la presidente y cuando repercuten escándalos intolerables como el tráfico de municiones y armas peruanas a las bandas criminales del Ecuador; el fracaso del estado de emergencia (ya culminado) en algunos distritos; la matanza de mineros en Pataz; el descabezamiento de la Dircote; las acusaciones contra la Diviac convertida en cómplice del golpe contra la Fiscal de la Nación Benavides; la devolución de patrulleros alquilados por falta de pago; la podredumbre de las instalaciones del Hospital de Policía; la (evidente) imposibilidad de capturar al prófugo Cerrón: y, entre otras tantas cosas, el desborde de la inseguridad ciudadana.
La remoción del comandante general de la policía y de la cabeza de la Dini es, apenas, una reacción primitiva. El ministro del Interior, Torres Falcón, no tiene liderazgo, hace el ridículo ante la prensa y carece de estrategias mínimas para el cargo.
Segundo está la pésima conducción de la economía. Alex Contreras, aunque es funcionario de tercer nivel del BCR tampoco tiene liderazgo, está fallando en la reactivación de las Mypes, solo ayuda a la banca a recuperar deuda de las medianas y grandes empresas, no da incentivos al agro, ha tardado demasiado en parar la hemorragia financiera de Petroperú, no intenta recortar el gasto corriente del estado y apenas ofrece un crecimiento menor al 3% para este año, lo cual es insuficiente y criticable en un país que tiene la capacidad para captar esa inversión privada que sigue ausente por falta de confianza no solo en el gobierno en general, sino en un MEF anodino que flota sin pena ni gloria.
En cuanto a Alberto Otárola, aunque tuvo su buen momento de reacción frente al castillismo ahora se ha convertido en un cacique más que tiene como dependiente a la presidenta, sabe Dios por qué; está enrollado en los escandaletes de sus amigas, administra (no gobierna) a un Gabinete anodino, perezoso y limitado. Por tanto urge su cambio por una personalidad democrática, convocante, con liderazgo y visión de futuro, so pena de seguir flotando con la única esperanza de llegar a cualquier precio a las elecciones del 2026.