La Patria es un símbolo olvidado y una palabra peligrosa hoy en día, a eso tan absurdo hemos llegado y en eso estamos siendo testigos comprometidos con el silencio y con ese silencio, aceptamos que lo negativo y lo pernicioso dominen sobre la razón, la verdad, la historia y la justicia. Las inconductas se han apropiado de lo que ahora se promociona como lo “políticamente correcto” y no es nada más que una mezcla entre lo absurdo y lo injustificable. Todo al revés.
Los políticos peruanos, están en su máximo oscurecimiento, se encuentran en un inagotable eclipse de personalidad: ausentes, ocultos, bajo la mesa, entregados al dinero, empujando la maldad, destruyendo el presente, condenando el futuro; esa es la conducta de los políticos ahora y por eso, sus discursos apuntan a generar normas legales contradictorias, confusas y enredadas, con una redacción que abre más dudas sobre si se trata de una Ley o una condena “legal” contra los ciudadanos y sus familias.
Ni una sola acción de gobierno, ni una sola resolución legislativa del Congreso de la República, sirven hoy en día para desarrollar mejores perspectivas en el campo educativo, tecnológico, de la salud, el trabajo, la seguridad ciudadana, la defensa nacional. Todos los discursos son de odio y contra algo o contra muchos, para favorcerse ellos, los pocos, los Don Nada y los Don Nadie que creen que porque están en un cargo público temporal, son los dueños del país y de nuestro destino.
Son esos, los políticos, los sirvientes del mal, los cómplices de los medios de comunicación que ya no son una ventana de la Libertad y defensa de la Democracia, sino la cueva de los truhanes que construyen redes de operadores y sicarios “mediáticos” y “políticos” que siguen protocolos de daño y destrucción.
Hoy, los ciudadanos no reconocen políticos de integridad y servicio, porque el dominio está en manos de una nueva “casta criminal” sustentada en la deshonestidad y el delito, la corrupción y la impunidad.