Crece como si fuera espuma -o sea que luego se baja y desaparece el falso crecimiento- una tendencia casi semanal en el país: se anuncian candidatos presidenciales que nadie ha seleccionado, personas que tal vez tengan alguna buena voluntad, una o dos, pero más de cuarenta prontuariados políticos se están promoviendo ¿Con qué dinero, de dónde se financian? para ser, uno de ellos, el futuro presidente de un país sin futuro predecible si seguimos esa tómbola de la irracionalidad.
Lo peor de todo es que ni uno tiene una sola idea “posible de realizarse”, solo repiten tonterías que algún publicista o propagandista les hace creer que impactarán en la mente de los ciudadanos y así, subirán en las encuestas, que son otra mafia puesta en el camino de las manipulaciones. Pamplinas y pesadillas.
Te digo con claridad y te pregunto de la misma forma, activista o militante, crédulo o fanático: ¿Quién de derecha, del supuesto centro o de la izquierda convoca multitudes? Nadie, absolutamente nadie. ¿Quién de los auto anunciados, auto elegidos y soñadores compulsivos de sus esperanzas inciertas, quién tiene un discurso que sea aglutinador, que se diga que representa a muchos o por lo menos a bastantes? Ni uno solo de los entusiastas “candidatos” que dicen ser el Bukele peruano, el Milei peruano, el Putin de la nueva guerra, el Evo de las naciones aymaras; puro guachafo, puro acomplejado, puro sinverguenza. Por eso la política peruana es un desastre total, porque no se hace dirigencia, no se edifica partidos, se carece de planes, propuestas, programas…ideas.
Estamos entrando en una alocada carrera por la lotería electoral, de los perdedores dispersos que se juran presidentes.
Hace poco los vi reunidos en el segundo piso de una cafetería de Monterrico (a seis de ellos). Nadie los saludaba, pero ellos buscaban que alguien lo haga. Llegaron como se fueron, solos.
Entiendan peruanos: no se hace política para satisfacer el ego de unos cuantos Don Nadie que se creen prodigios y destino del país. Tenemos que escuchar propuestas, leer planes de gobierno, ver en acción estructuras de dirigentes haciendo labor educativa en los rincones del país y en las calles, plazas y barrios, en las universidades donde contaminan los caviares y los extremistas a los más jóvenes, en los sindicatos que deben de dejar de ser “partidos” en imitación de mafias políticas. Tiene que mostrarse a dirigentes, a líderes y de ellos, surgirán candidatos.
La política no debe ser el seguir a un panfletero, ni a maquillados, ni cómplices del pasado vergonzoso.