Comienza una semana árida de palabras de todas, todos, todis y todes, en el desierto del lenguaje de la extrema izquierda y la caviarada, un silencio sepulcral, sin temas de ataque, sin discursos de odio, sin una sola víctima autogenerada por el “facho” que se inventa atacándoles (cuando un demócrata les responde a los caviares y comunistas, le dicen “facho” los prosendero luminoso).
Sucede que hoy, a los extremistas de la ultra izquierda, el sexo que ocultan o la ignorancia permanente que reflejan, como que les duele en las pocas -escasas- neuronas que sobreviven en su cabeza ahuecada. Algo bueno está pasando con esos residuos intelectuales, deshonestos por cierto, que caracterizaban a las izquierdas de todos los colorinches y pelambres, porque de un tiempo a esta parte, las barrabasadas se les acabaron, ya no hay “ataques de género” (hacia ellos, los que son degenerados), ya no escriben en sus medios los que están despedidos de otros medios que nadie lee (la izquierda desemplea a los que fueron desempleados), ya no hay seminarios ni conferencias con puño levantado en locales sindicales o cuevas de borracheras (porque ya no hay sindicatos), ya no se entrevistan a “expertos constitucionalistas de la PUC” (porque el desprestigio de esa casa de estudios (ex Universidad) ha caído en la profundidad en donde hoy se ubica atorada la caviarada, la izquierda lúmpen, la ultra izquierda de café rancio y películas subvencionadas que fracasan, como es el destino de esas cáscaras de odio que llevan dentro de sí, la ira, la maldad y el resentimiento.
A la izquierda ya no le duran los cuentos, las intrigas, los inventos maliciosos, ni los sediciosos que hacen los guiones, siempre escondidos en laptops de ministerios y sillones de starbuck’s.
Lo que se hizo costumbre en el discurso de victimización zurda, ahora se responde con fuerza, sensatez y tenacidad en las redes sociales. A los rojos, a los extremistas, a los caviares, no les queda ningún relato, no les queda ni una sola película por rodar, ya que ellos están en el final de su pálida existencia.