“La humildad es esencial para la vida cristiana y trae la paz mundial”, aseguró este miércoles 22 de mayo, el Papa Francisco, durante su audiencia general, en la Plaza de San Pedro ante miles de peregrinos provenientes de todo el mundo.
Al concluir su ciclo de catequesis sobre las virtudes, el pontífice habló hoy sobre la virtud de la humildad mientras reconocemos que somos criaturas de Dios y nos esforzamos por vivir en consecuencia.
Restaurando todo a través de la humildad
La humildad es el “gran antagonista del pecado más mortal, la soberbia”, comenzó el Papa, y mientras el orgullo y la arrogancia nos hacen creer que somos más grandes de lo que somos, “la humildad devuelve todo a su justa dimensión: somos criaturas maravillosas, pero somos limitados, con cualidades y defectos”.
El Papa recordó cómo la Biblia nos recuerda “polvo somos y al polvo volveremos”, y debemos estar en guardia contra el peligro del “delirio de omnipotencia” que a menudo puede surgir en el corazón humano.
Liberarse de la arrogancia
Contemplar un cielo estrellado, el misterio y la grandeza de la creación puede ayudarnos a liberarnos de la arrogancia, continuó el Papa, ya que sólo podemos sentirnos abrumados por el asombro y el asombro ante la belleza de la creación de Dios, como dice el salmista: “Cuando miro a tus cielos, obra de tus dedos, a la luna y a las estrellas que tú estableciste; ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, y el hijo del hombre para que te preocupes por él?
El Santo Padre evocó cómo en las Bienaventuranzas, Jesús comienza con los humildes: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”, seguidos por los mansos, misericordiosos, puros de corazón, todos derivados de un “sentido interior de pequeñez”.
Siguiendo el ejemplo de Jesús y María
La vida de la Santísima Virgen María brilla con su humildad, vista no sólo en su aceptación gozosa de la voluntad del Señor, sino también en la caridad hacia su prima Isabel, explicó el Papa. Vemos su humildad en su perseverancia bajo la cruz y su presencia orante entre los Apóstoles en el Cenáculo, mientras esperaban la efusión del Espíritu Santo, añadió.
“Que su ejemplo y su poderosa intercesión nos ayuden a superar nuestras tentaciones de orgullo, a seguir humildemente los pasos de Jesús y a dar testimonio de la alegría y la paz de su Reino”.
Para concluir, el Papa subrayó que la humildad trae paz al mundo y a la Iglesia, y donde falta humildad hay guerra, discordia y división. Dijo que Dios nos ha dado el ejemplo de la humildad en Jesús y María para nuestra salvación y felicidad, “y la humildad es precisamente el camino, el camino hacia la salvación”.+