Parece imposible de creerse, pero es lo que ocurre desde hace mucho tiempo, ya que en nuestro país no se puede distinguir a una sola persona, ni a dos o quizás tres, que se puedan definir como líderes de la oposición. ¿Es que todos están a favor del gobierno y por eso no se vislumbra a nadie como cabeza de una oposición, por precaria que sea?
Vivimos en un enredo constante, tenemos una rueda de confusiones en conceptos, aceptamos que no exista lo urgente y necesario –líderes en la oposición- porque no hay oposición. Y quizás por algún recodo, en algún diminuto lugar alguien “se crea” ser de oposición y a la vez se crea un líder de su espejo del baño y funda su propia secta “de un solo miembro” o sea él –o ella-, pero no es ni oposición, ni líder; se trata de otro don nadie, o doña nada.
Si revisamos los discursos y acciones legislativas del gobierno, como que no existen objeciones contundentes, ya que están publicadas y siguen su curso, así escriban cien tontos tuits los congresistas caviares o sus colegas de la ultra izquierda extremista. Si revisamos también la normatividad emanada por ese lugar llamado el Congreso de la República, podemos decir que es casi lo mismo. Entonces, ¿Quiénes son los que gritan “no”? Los diminutos que no representan nada y a nadie y que llegaron al Congreso por unos cuantos votos que no les dan legitimidad (en especial a esa jauría multicolor de las izquierdas renegadas, resentidas y llenas de odio).
Nadie de los espacios de las izquierdas, desde las subversivas hasta las caviares, que han cambiado de nombre en cada legislatura y se ponen una especie de alias “democráticos” o cambian de morados a amarillos, o de antis a pros y pres, dejando de decirse lo que son -marxistas leninistas y comunistas-, tienen respaldo popular o mínima aceptación local. Son ahora los olvidados por el pueblo, ya que se olvidaron para siempre del pueblo.
Pero de la misma manera, se podría decir que la señora de los relojes, cuya fuente política es ser de la izquierda con el partido comunista Perú libre (ahora dícese renegada por afinidad al placer, lujos y haberes), no tiene en el lado del así llamado centro, que es como un montón de indefinidos, o en la derecha, que no se define y se acomoda a los vaivenes de los tiempos, en ningun lado hay oposición fuerte, con voz de propuestas, dando un “alto” a los desatinos de Palacio y su equipo de segunda (los ministros de las cartas escondidas bajo la manga).
La izquierda no ha dejado de gobernar, sólo que la actual, la del gobierno, es una izquierda de billete por coger, a como dé lugar, con quien sea, a la hora que sea. Es la barriada de los renegados, que los a los caviares les apesta.
Finalmente, cuando no hay oposición política visible y se nota una “tolerancia” circunstacial visible, cualquiera es capaz de ponerse la banda presidencial, en un país que ha perdido su identidad. Eso es lo que pienso.