Como no son lo mismo, según dicen ellas mismas, las miasmas de las izquierdas caviares se molestan porque les ponemos en la esquina pedorra maloliente de sus colores morados o amarillitos sibarita, señalándoles como progres también, porque a nuestro entender y mejor opinión, la porquería no tiene más sinónimo que porquería.
Pero en fin, es domingo y los talentos no existen en las izquierdas, solo los talontos, una especie de degeneración de los tontos (de ellos por supuesto) que hacen consultorías y asesorías cuando gobiernan sus predecesores de la izquierda catoliquense, de la puc, del MRTS o de Sendero.
Debo confesarles por ello, que este domingo, a muy tempranas horas, leía en las redes sociales las expresiones de muchas gentes de trabajo, que decían ¿Por qué existen los caviares? ¿Cómo se reproducen los progres? Esa “elegetebeycumanía” ¿Qué hace para vivir? ¿Trabajan?
Y en verdad, me puse a leer algunos informes de la sociedad médica alemana, de la academia de filosofía de la ciencia, de la red europea de siquiatría y muchas tantas otras instituciones que no son las oenegés de activistas del odio por billete o militantes de la violencia y encontré muchas opiniones que coinciden con las de los tuiteros y facebukeros que con mucha inteligencia definen a los caviares como los restos de las estulticias y a los progres como el producto de la defecación neuronal.
Ya sé que las y les lectores progres y caviares van a volver a gritar e insultar por la forma que escribo y digo las cosas, pero no se ofendan, es solamente vuestra descripción natural, sin ideología, sin biología, como lo que son, una especie de aborto de la naturaleza o de lo que queda de ella. ¿Está bien así? Es domingo pues.
Miren chiques y achiques de fantasías, pelotudópulos de las aulas cavernarias del caviarismo de Pando y las alcoholémicas noches de Quilca y Barranco, los progres son a los caviares, como los terroristas son al comunismo. Son lo que son, y no es por negación, es por esa porquería que los inspira y se llama “revolución”.