Como quisiera jugar otra vez a ser niño y a tener a mi Papá y a mi Mamá en casa, haciendo lo que cada día era tan bonito como hablarles y ser enseñado de muchas cosas que iba aprendiendo en la vida misma: a tender mi cama, poner el pan en la bandeja de la mesa, las tazas y la leche para mis hermanas, recoger los platos y dejar limpia la mesa del comedor…lavarme los dientes “los de arriba y los de abajo, gordito, no te olvides”. Qué cosas de saberlo y no por WhastApp.
Me veo en el espejo detrás de las arrugas y debajo de las canas y hay un colegio adonde ir, amigos con los cuales reír y hacer historias maravillosas de protagonismo para que concentres la atención y te vayas a casa feliz de ser reconocido con una suave palmada en el hombro, como en el trabajo después o en la vida misma, a la vejez.
Dicen que cuando no tienes algo extraordinario acompañándote permanentemente en la vida, lo resucitas cerrando los ojos y abriendo una sonrisa. Hoy lo hice y no paro de recordar tanta felicidad y no quiero abrir los ojos, porque sé que voy a llorar y dejar de sonreír. Es que “eso que se llama Amor” es de valientes y yo lo soy; no me importa la cobardía de los que dicen “que viejo que eres para pensar así”, porque mis costumbres me hicieron una buena persona para compartir con más buenas personas.
En la vida que es tan corta y tan intensa, unos te miran para descubrir errores, tuyos y de otros, mientras “los otros”, miramos tus virtudes y éxitos para aprender a sembrarlos, cultivarlos, conservarlos y estimularlos. Bueno, también que si no los tienes, podemos juntos construirlos. Así me hablaban mis viejos, con la mirada puesta en tener un mejor día, una mejor vida.
Hoy es ese día también, porque cerré los ojos unos segundos y pasaron muchos minutos en que volví a verme de protagonista en mi película de la vida y fue sorprendente, maravilloso, una experiencia que intentaré mantenerla hasta que mis ojos cerrados nunca más vuelvan a abrirse y mis hijos hagan el mismo ensayo de recuerdos y yo los vea como ellos me verán después, en el mismo abrazo y la misma sonrisa de Amor intenso.
¿Saben qué? Escribir de sentimientos no es para inteligentes artificiales, es para seres humanos que utilizan la inteligencia artificial. Por eso, estoy abrazando a mi papá y a mi mamá y ellos acarician mis sentimientos, con los ojos abiertos para verlos en mi alma y corazón y hoy como ayer, vuelvo a ser más feliz.