Uno puede equivocarse o simplemente no saber algo, pero ninguna persona se exime de responsabilidades en cuanto a la realidad nacional, porque sería absurdo que alguien diga que todo va bien, cuando todo está muy mal, como la economía, el trabajo, los precios de los alimentos, el ambiente laboral, la inutilidad escénica y racional de la política, la angustiante inseguridad ciudadana y lo peor, la exorbitante corrupción e impunidad.
Los ciudadanos creen que están lejos de la realidad pero la realidad los ahorca, terrible contradicción y tremendo suicidio lento. ¿No lo sabías, no lo sientes aún? No te creo.
Cada familia, cada trabajador, cada persona en el país, independientemente de sus edades y ocupaciones o responsabilidades, se encuentra desorientada porque en este momento, treinta y dos organizaciones políticas han recibido partida de nacimiento para presentar listas de candidatos a la presidencia, al congreso, gobiernos regionales y municipalidades. ¿Es justificable que existan tantísimos partidos? ¿Es eso una representación popular?
Estamos desperdiciando tiempos y movimientos, espacios y talentos, justamente ajenos a esos treinta y dos grupos sin identidad y doctrina de ejercicio del poder, carentes de planes y programas, usados por sinvergüenzas y mercachifles, y entusiasmados por usar a la gente en sus anhelos y sueños, para engañarlos como los hacen toda la vida sus predecesores.
Hay una especie de circulo de la maldad, donde los mismos de siempre, relacionados entre sí, hipócritamente diciendo ser nuevos, pero acariciando y rasgando durante sus vidas el erario público, quieren urgentemente volver a robar porque se les acabvó la alforja del dinero mal habido.
Estamos viendo y siendo testigos en todo caso, de una crónica del desperdicio moral y político en el Perú y eso, se debe acabar para siempre. ¿Pero cómo? No eligiendo a los incapaces, ni a los ladrones.
La democracia es el gobierno de los más capaces y virtuosos, para que los que no lo son, lleguen a ser mejores que los elegidos ahora, gobernando mañana.